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    REVISTA DEL COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS
Nº28
AÑO 1994
RÍOS, II

El embalse del Montsant. Análisis del proyecto y estudio de impacto ambiental

Joan Maluquer Margalef y Puri Canals Ventín*

DEPANA

INTRODUCCIÓN
CARACTERÍSTICAS DEL MEDIO

Geología y geomorfología

Hidrología e hidrogeología

Climatología

Flora y vegetación

Vegetación de ribera

Fauna

Mamíferos

El caso de la nutria

Otras especies destacables de carnívoros

Aves

Aves rupícolas o de acantilado

Aves de ambientes fluviales

Las aves rapaces

Anfibios y reptiles

Peces

ASPECTOS SOCIOECONÓMICOS
Demografía

La actividad agrícola
ESTUDIO DE LOS PROYECTOS DE EMBALSES

NECESIDADES Y RECURSOS HÍDRICOS

Aportes de caudales

Regadíos y otros usos del agua

Usos no agrícolas

Garantía de suministro

TRAMITACIÓN ADMINISTRATIVA Y ESTUDIO DE EIA

Aspectos administrativos

Impacto ambiental del embalse

Principales impactos producidos y previsibles

Impacto sobre el medio físico y geológico

Impacto sobre la vegetación

Impacto sobre la fauna

Impacto sobre el paisaje

Impacto sobre el recurso hídrico

Impacto por presión antrópica

Impacto socioeconómico

Descriptores: Río Montsant, Priorat, Macizo conglomerático, Vegetación de ribera, Carnívoros, Nutria, Rapaces, Comunidad íctica, Riego, Embalse, Estudio de caudales, Turismo, Balance hídrico, Impacto ambiental, Departament de Agricultura

Introducción

El río Montsant nace en las montañas del macizo de Prades, en la cordillera prelitoral catalana, y fluye luego por la comarca del Priorat, constituyendo un sistema fluvial muy rico en fauna íctica y que varios autores no han dudado en calificar como el río mediterráneo más bien conservado de Cataluña. Después, el río se abre paso por entre los paleocanales y estratos conglomeráticos característicos del macizo del Montsant (1.166 m), formando un congosto de extraordinaria belleza, para proseguir a continuación en un valle cada vez más abierto hasta avistar el municipio de La Bisbal de Falset. Alcanzado este punto, el río realiza un sensible cambio de orientación de noreste-suroeste a norte-sur y nos encontramos con un paisaje cada vez más humanizado, donde los pequeños pueblos y los frutales de secano constituyen los principales agentes en la estructuración de la vega del Montsant. Finalmente, varios kilómetros más abajo, el río confluye con otro afluente del Ebro, el Siurana, que le arrebata las aguas y el nombre hasta diluirse definitivamente en el río ibérico de mayor caudal.

Los signos de humanización más patentes se remontan a la tradición eremítica, que fue especialmente rica en estos apartados valles, con rocas moldeadas en sugestivas formas ciclópeas y a la vez con multitud de abrigos naturales. Nombres como Escala Dei, son algunos de los legados históricos que dan testimonio de la antigua y a la vez respetuosa impronta humana.

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Figs. 1 y 2. Situación geográfica del Montsant y localización de los pueblos  de la zona afectada.

Características del medio

Geología y geomorfología

El macizo del Montsant está constituido fundamentalmente por conglomerados oligocénicos, que alternan en algunas partes con materiales margosos y arcillosos, como sucede en otras estribaciones de la periferia de la cuenca de la depresión geológica del Ebro. Los estratos sedimentarios se encuentran más o menos plegados por el ciclo alpino, encima de un gran bloque de esquistos y areniscas que aflora a cierta distancia en el conocido “Bloque del Priorat”.

En la cabecera de cuenca predominan los materiales margosos y arcillosos eocénicos, con presencia de yesos, que presentan áreas con fenómenos erosivos pronunciados. A continuación se suceden materiales margosos y areniscas del oligoceno, que dejan pronto paso a los conglomerados masivos característicos del macizo. La estructura en paleocanales determina la presencia de estratos sedimentarios irregularmente dispuestos y de grosor variable que suelen contener estratos subhorizontales de conglomerados. En los márgenes del cauce y en las laderas escalonadas no son infrecuentes los bloques de gran tamaño que se han precipitado por “descalzaminento”, procedentes de la erosión de zonas más elevadas y que en muchos casos están sujetas de modo precario a un sustrato lutítico fácilmente erosionable. En las partes altas que dominan el abrupto valle del Montsant, no es infrecuente que los conglomerados masivos originen formas de erosión redondeadas, caprichosas y sugestivas, a menudo recogidas en la rica toponimia local (“el cap de mort”, “els tres jurats”, etc.).

Fig. 3. Vista panorámica del valle del río Montsant desde la parte alta del congosto de Fra-Guerau.

Fig. 4. El río Montsant, en uno de los escasos tramos en que se abre dentro del congosto. A destacar el encauzamiento natural por el afloramiento de un estrato conglomerático.

Hidrología e hidrogeología

El Montsant es un macizo conglomerático carstificado con un funcionamiento hidrológico particular y muy desconocido. El río Montsant es un curso permanente que atraviesa el corazón del macizo con importantes variaciones en su lecho por lo que atañe a la presencia de fondos fangosos, de grava o incluso acanalados en momentos en que el río atraviesa afloramientos conglomeráticos lisos y muy compactos. El desconocimiento de los aportes del río Montsant es escandalosamente total, toda vez que han transcurrido 10 años desde las primeras solicitudes de reserva de caudales formulada ante la Confederación Hidrográfica del Ebro (che) y 13 desde que el antiguo iryda inició los estudios para la construcción de un embalse en la zona. Los únicos datos directos corresponden a una medición puntual realizada en octubre de 1981, que da alrededor de 30 litros/segundo, datos considerados por el «Proyecto de construcción de la presa de Margalef (Tarragona) en el río Montsant» como mínimos, a tenor de una supuesta sequía prolongada totalmente falsa (el mes precedente había sido un 60% más lluvioso que la media, según los datos de la estación meteorológica de referencia).

No hay pozos de registro ni ningún estudio sobre el funcionamiento hidrológico –ni superficial ni subterráneo– del Montsant. La presencia de estratos carstificados hace prever pérdidas de cierta importancia, según varios informes, que aconsejan la impermeabilización del lecho. Los datos de aportación del río, como se discute más adelante, provienen únicamente de los cálculos ficticios de la precipitación, obtenidos basándose en una superficie de cuenca de composición homogénea y aplicando una tasa de escorrentía constante para todos los meses del año y que, para variar, no responde a ningún estudio serio.

Figs. 5 y 6. La vertiente sur del macizo, mucho más árida, ve aumentada su desolación por los fenómenos erosivos asociados a los niveles margosos.

Climatología

No existen datos fiables sobre la climatología de la cuenca del Montsant. La estrecha franja que separa la árida depresión central catalana y las relativamente lluviosas sierras litorales determina contrastes importantes en distancias relativamente reducidas; así, de los 650 mm anuales de Falset pasamos a poco más de 400 mm en la cubeta de Móra. El gran contraste hipsométrico entre el macizo del Montsant y las zonas adyacentes no permite en rigor extrapolar datos climatológicos que no provengan exactamente del área afectada por el embalse y su cuenca. Desgraciadamente, estos datos son inexistentes.

Curiosamente, los estudios previos y el proyecto de embalse escogen como estación de referencia a La Palma d’Ebre, frente a otras dos alternativas. Cabe señalar que las tres estaciones meteorológicas más cercanas están situadas fuera de la cuenca receptora, pero que la escogida es la que arroja unos resultados más modestos (430,9 mm anuales) y, con toda probabilidad, más alejados de la realidad.

Fig. 7. La caída de bloques es un hecho normal. La resistencia heroica de este acebo(Ilex aquifolium) es digna de admiración.

Fig. 8. El “cap de mort” es una de las sugestivas formas que la naturaleza ha moldeado en este valle.

Flora y vegetación

Una serie de factores inciden en conferir una gran riqueza botánica al macizo del Montsant y su espacio fluvial. Por un lado influye la peculiar situación geográfica, a caballo entre la Depresión Central Catalana (norte) y la cordillera prelitoral; y climática, influencia mediterránea y a la vez continentalidad de las tierras del interior, y tendencias cálidas de la ribera del Ebro.

La corta distancia al mar (30 km), la disposición paralela a la línea de costa y el carácter abrupto y enmurallado de la sierra determinan una marcada asimetría norte-sur. El sur, más lluvioso y a la vez expuesto a una mayor insolación, contrasta con la cara norte, árida y ventosa. La proximidad del Montsant a las umbrías sierras de Prades, al noroeste y a las últimas estribaciones del Sistema Ibérico al sur ha permitido el tránsito de formas orófitas y eurosiberianas, si bien el macizo tiene escasa representación de formas acidófilas por la naturaleza de sus suelos.

La presencia abundante de afloramientos rocosos hace posible la presencia de especies botánicas adaptadas a este medio y, en algunos casos, endémicas. Por otro lado, las características del medio y su relativamente escaso impacto humano han permitido la conservación de una rica vegetación que se cifra en más de 1.000 taxones, sólo considerando la flora vascular. Esta notable variedad lo es más si tenemos en cuenta el contexto mediterráneo semiárido en que se encuentra este macizo y la relativa homogeneidad de sustrato edáfico.

Aproximadamente la mitad de las especies presentes en la zona son de carácter plenamente mediterráneo, pero destaca un 20% de plantas de procedencia eurosiberiana que encuentran en las umbrías y, sobre todo, en los barrancos y ribera del Montsant, áreas adecuadas para su implantación. La existencia de un curso de agua permanente en el corazón del macizo es un elemento singular y que tiene un elevado valor no sólo botánico y paisajístico sino también faunístico, como se refiere más adelante.

Fig. 9. Invierno en el Montsant.

Entre las formaciones arbóreas más características cabe destacar el encinar mediterráneo (Quercetum illicis galloprovinciale), especialmente bien constituido en las umbrías del macizo y desplazado por la formación más xérica del encinar continental (Quercetum rotundifoliae) en las solanas y terrenos menos favorecidos (suelos más raquíticos, zonas culminales). Más escasos son los robledales, representados principalmente por el quejigo (Quercus faginea) y, en segundo lugar, por el roble albar (Quercus pubescens), que se entremezclan frecuentemente con pinos negrales (Pinus nigra) y pinos albares (Pinus sylvestris) en los lugares más elevados. En los barrancos de las zonas umbrías podemos encontrar algunos bosquecillos de tejo (Taxus baccata), y grupos de acebos (Ilex aquifolium), con algún que otro mostajo (Sorbus aria).

Entre los arbustos cabe destacar la abundancia de la taulaga (Genista hispanica), la “estaca-rossí blanc” (Astragalus incanus), la “bufalaga” (Thymelaea tinctoria), la aulaga (Ulex parviflorus), el “heliantem setge” (Helianthemum origaniflorum), y el asiento de monja (Erinacea anthyllis). Localmente, también abundan el majuelo (Amelanchier ovalis), la “ginesta patent” (Genista patens), el espino de tintes (Rhamnus saxatilis) y la gayuba (Arctostaphyllos uva-ursi). No son raras las plantas nemorales, entre las que destacamos la hepática (Hepatica nobilis), el “te de bosc” (Galium vernum), la primavera (Primula veris), la festuca (Festuca rubra), y el tortero (Arrhenatherum elatius).

Cabe destacar la presencia de varias especies endémicas territoriales, como son: Dianthus hispanicus tarraconensis, Berberis vulgaris seroi, Biscutella font-queri, Reseda macrostachya var. macrostachya, Brimeura amethystina forma font-queri, Delphinium bolosii, etc.

También es muy interesante el conjunto de especies mediterráneo-montanas, entre las que cabe destacar Anthyllis montana, Galium brockmanii, Silene saxifraga, Erinus alpinus, Potentilla caulescens, Aethionema saxatile y Paeonia officinalis.

Debido a la influencia continental y estépica, encontramos formas como Alyssum granatense, Silene otites, Minuartia dichotoma, Imperata cylindrica, Rubia tinctoria o Eryanthus ravennae.

Vegetación de ribera

Unas condiciones de elevada calidad del agua, así como el notable grado de aislamiento del congosto y su carácter umbrío, hacen posible que se hayan conservado en este lugar comunidades sensibles y frágiles, sin apenas alteración humana hasta tiempos recientes. En las zonas en que el cauce se ensancha, la vegetación ribereña ocupa todo el espacio disponible, alcanzando una amplitud apreciable en varios tramos, difícil de encontrar en la zona prelitoral catalana.

En el río Montsant se encuentra una muestra diversificada y completa de las comunidades acuáticas y de ribera mediterráneas. Entre los árboles encontramos álamos blancos (Populus alba), chopos (Populus nigra), olmos (Ulmus minor), fresnos (Fraxinus angustifolia), “saulic” (Salix purpurea), sauce blanco (Salix alba), “sarga” (Salix eleagnos) y “gatell” (Salix atrocinerea catalaunica), esta última, forma endémica del noreste peninsular y bastante abundante en el Montsant. Destacan las dos especies de Tamarix sp., el tamarisco (Tamarix gallica) y el taraje (T. africana), indicadoras de la influencia meridional y carácter semiárido de los territorios circundantes.

En el estrato arbustivo encontramos especies como el majuelo (Crataegus monogyna), la clemátide (Clematis vitalba), la alcandórea (Vinca difformis), el aro (Arum italicum) y los equisetos (Equisetum sp.).

Entre la vegetación estrictamente acuática se observan varias formas de Potamogeton sp., berro (Nasturtium officinale), apio bastardo (Apium nodiflorum), anagálide acuática (Veronica anagallis-aquatica), pamplina de agua (Samolus valerandi), etc.

Los terrenos inundados, en los márgenes del río, están ocupados por el carrizo (Phragmites australis) y la espadaña (Typha angustifolia).

En los suelos que no están permanentemente inundados existen herbazales de Carex sp. (formaciones medioeuropeas excepcionales en estas latitudes) que están constituidos por malvavisco (Althaea officinalis), menta de lobo (Lycopus europaeus), salicaria (Lythrum salicaria), lisimaquias (Lysimachia vulgaris, L. ephemerum), ínula de hoja de sauce (Inula salicina) y teucrio de agua (Teucrium scordium).

Finalmente, en ambientes más secos, con la capa freática más profunda, hallamos diversas variedades de juncales especialmente ricas y variadas florísticamente. Algunas de las especies más características son la juncia bastarda (Schoenus nigricans), el junco común (Holoschoenus romanus), la menta (Mentha rotundifolia), el “capferrat” (Cirsium monspessulanus). Cabe destacar la presencia de una orquídea (Orchis elata), citada en pocas localidades fuera del Pirineo, así como de la “Tresflorina tomentosa” (Hypericum tomenstosum) y del Hipericum caprifolium, especie endémica del centro y sureste ibérico y que tiene el Montsant como única localidad catalano-valentina.

Figs. 10 y 11. El bosque de ribera se circunscribe a los márgenes del río, entre los afloramientos rocosos y las pequeñas elevaciones del terreno, formando una tupida galería.

Fauna

A pesar del desconocimiento relativo –ya que son escasos los estudios específicos realizados en este macizo– que afecta a la mayoría de grupos taxonómicos, todo parece indicar que el poblamiento faunístico es de una riqueza notable. Por cuestiones de disponibilidad de datos nos ceñiremos sólo a los grupos vertebrados.

Mamíferos

Con el conocimiento actual podemos asegurar la presencia de, como mínimo, 27 especies distintas de mamíferos. A falta aún de confirmación de especies encontradas en el vecino macizo de Prades, y con un grado deficiente de información sobre el grupo de los Quirópteros, podemos concluir que la inmensa mayoría de representantes de la clase de los mamíferos existentes en el macizo tienen un acentuado carácter mediterráneo.

Cabe destacar la presencia de ocho especies de carnívoros, que sitúa al Montsant, con toda probabilidad, a la cabeza de las zonas más ricas de la franja prelitoral mediterránea catalano-valentina. En la cabecera de cuenca, entre los pueblos de Margalef y Ulldemolins, encontramos –o se encontraba– la comadreja (Mustela nivalis), el turón (Putorius putorius), la garduña (Martes foina), el tejón (Meles meles), la nutria (Lutra lutra), el zorro (Vulpes vulpes), la gineta (Genetta genetta) y el gato montés (Felis silvestris); un completísimo muestrario de los carnívoros que podemos hallar en estas latitudes, a falta de las especies extinguidas de todo el este peninsular o de requerimientos marcadamente eurosiberianos, como son el lobo, la marta, el armiño, el oso y el lince. Explican este hecho las condiciones del hábitat, hasta ahora poco alterado y con un bajo nivel de perturbación o frecuentación, a añadir a la excepcional riqueza en presas, sobre todo piscícolas, y también batraciformes e invertebradas.

Fig. 12. El río Montsant ofrece múltiples abrigos para el refugio de la fauna.

El caso de la nutria

Entre los mamíferos conviene destacar la presencia de la nutria, especie emblemática que ha desaparecido en los últimos decenios de una gran parte del territorio europeo, y que en Cataluña pervive fundamentalmente en unos pocos núcleos prepirenaicos y es rarísima en el área mediterránea. Antes del inicio de las obras del embalse del Montsant la nutria tenía una población mínima viable; esto es, con posibilidades de futuro. A pesar de que el tramo útil fluvial para la implantación de esta especie era mínimo, teniendo en cuenta que un macho adulto requiere unos 10-15 km (dependiendo de la productividad del río y la idoneidad del territorio), las deyecciones y las marcas territoriales permitían estimar una población compuesta por tres machos dominantes, seis o siete hembras reproductoras y unos nueve a doce jóvenes erráticos (datos de Ruiz-Olmo, 1985). Estas cifras, que suponían una de las mayores densidades de nutria contabilizadas en Cataluña, se explican por la enorme abundancia de presas, y, como el mismo estudioso anteriormente citado señalaba en un informe de uso restringido, “Si la zona útil [del río] se reduce, los ejemplares adultos verán desaparecer sus territorios vitales, mientras que quedará en la zona una población errática. (…) más tarde, al no haber reproducción y al morir los adultos, la población desaparecería totalmente, muy probablemente dentro del segundo año.”

Actualmente, la nutria está extinguida de la zona, “oficialmente” por un proceso irremisible de declive, independientemente de cualquier actuación humana. Sea como fuere, la nutria ha sido vista como un molesto obstáculo –un emblema de campaña– para la realización del proyecto de presa. La curiosa coincidencia entre la misteriosa desaparición de la población de nutrias (1988-89) y el inicio de las primeras obras del embalse deja clara la conexión directa o indirecta entre los dos acontecimientos.

Otras especies destacables de carnívoros

Otras especies destacables de carnívoros, muy ligadas ambas al curso fluvial del Montsant, son el gato montés y el turón. En el primer caso, el gato utiliza el bosque y el espacio ribereño, por ser un sitio privilegiado de caza y, a la vez, lleno de escondrijos y zonas cubiertas de vegetación. El turón, presente fundamentalmente en la Cataluña húmeda septentrional (zonas llanas e inundables, a poca altura del pirineo oriental), hace años está experimentando un proceso de declive. Las causas son parecidas a las de la nutria (contaminación de los cursos fluviales, destrucción de los bosques ribereños, obras de encauzamiento y represamiento, etc.). Así, la absoluta dependencia de esta especie en relación al ecosistema fluvial, la hace enormemente vulnerable ante las obras de embalsamiento que se están ejecutando y su porvenir aparece enormemente condicionado.

Fig. 13. Huellas de la ya desaparecida nutria. Los últimos ejemplares, observados en 1989, desaparecieron de forma súbitay misteriosa en los meses previos al inicio de las obras.

Fig. 14. Gato montés.

Aves

Si el poblamiento mastozoológico es variado, la ornitofauna del Montsant no le va a la zaga. En efecto, en el macizo se han contabilizado más de 150 especies, dos tercios de las cuales serían nidificantes, más del 40% del total conocido para la comunidad catalana. Este hecho es todavía más notable si tenemos en cuenta el carácter mediterráneo de la zona y la falta de ambientes costeros y de humedales extensos, ambientes con una elevada variedad de aves. Las principales comunidades orníticas están ligadas a los dos ambientes más bien representados de la zona: el ambiente fluvial y el rupícola.

Aves rupícolas o de acantilado

Se trata de la comunidad ornítica más importante, a nivel cuantitativo, del macizo. En los roquedos y acantilados del Montsant puede verse, a lo largo del año, casi la totalidad de especies de aves propias de estos ambientes, a excepción de algunas formas típicamente pirenaicas o septentrionales.

Cabe destacar, entre los nidificantes, la presencia del águila real (Aquila chrysaetos), el halcón pelegrino (Falco peregrinus), el búho real (Bubo bubo), y el águila perdicera (Hieraetus fasciatus); esta última especie presenta aquí una de las mayores densidades de Cataluña.

Aparte de las rapaces, podemos destacar también en este apartado la presencia del roquero rojo (Monticola saxatilis), la collalba negra (Oenanthe leucura), el treparriscos (Trichodroma muraria) y el acéntor alpino (Prunella collaris), estas dos últimas especies con presencia hibernal.

Aves de ambientes fluviales

El carácter permanente del río Montsant y su buen estado de conservación permiten la presencia de especies indicadoras de la calidad de las aguas, como son el mirlo acuático (Cinclus cinclus) y el martín pescador (Alcedo atthis).

Otras especies presentes de cierta relevancia son el rascón (Rallus aquaticus), ave típica de humedales, y la lavandera boyera (Motacilla flava).

Las aves rapaces

Entre el conjunto de aves no mencionadas anteriormente merece destacarse el grupo de las rapaces, que, junto con las propias de los acantilados, representan el total de las especies nocturnas (excepto la lechuza pirenaica o de Tengmalm) y un buen número de las diurnas, entre las que destacamos como nidificantes al águila culebrera (Circaëtus gallicus), el azor (Accipiter gentilis) y el gavilán (Accipiter nisus).

Anfibios y reptiles

Este grupo, aún bastante poco estudiado, incluye, como mínimo, 19 especies, la mayoría de carácter mediterráneo o íbero-magrebino. Entre las formas de afinidad septentrional o eurosiberianas destacamos la salamandra (Salamandra salamandra), el sapo común (Bufo bufo) y el lución (Anguis fragilis). Merece también destacarse la presencia de dos formas meridionales termófilas de distribución restringida en Cataluña, la ranita meridional (Hyla meridionalis) y la culebra de herradura (Coluber hippocrepis).

Peces

La comunidad íctica del río Montsant es uno de los fenómenos más relevantes de este curso fluvial y explica la diversidad de depredadores que en él moran, a la vez que es un fiel reflejo de la calidad de las aguas y su carácter relativamente impoluto, hasta fechas recientes. No obstante, el represamiento realizado hace más de 10 años en el municipio de La Vilella Baixa podría haber bloqueado el movimiento migratorio de las anguilas (Anguilla anguilla), presente con seguridad hasta hace cinco o seis años. Las introducciones, sobre todo de trucha (Salmo trutta), black-bass (Micropterus salmoides) y carpa (Cyprinus carpio), y los vertidos de carácter orgánico (purines) que enturbian periódicamente el río, no permiten conocer si se mantendrá la riqueza y densidad de poblaciones de las distintas especies. Hay que retener que, al menos hasta finales de los años ochenta, el río Montsant era probablemente el río de montaña catalán con una biomasa piscícola más importante en relación a su longitud y caudal.

Las especies más representadas, en orden decreciente, incluyen la madrilla (Chondrostoma toxostoma), el barbo de Graells (Barbus graellsii), el barbo culirroyo (Barbus haasi) y el leucisco cabezudo (Leuciscus cephalus). Todas las especies anteriores, más la introducida carpa (Cyprinus carpio), y la trucha (Salmo trutta) forman el grueso del poblamiento íctico, al que cabría añadir aún especies de otras familias, como los Cobítidae, pequeños peces de fondos arenosos y hábitos nocturnos.

Fig. 15. El cangrejo de río autóctono (Austropotamobius pallipes), abundante hasta ahora en el Montsant, es cada vez más raro en Cataluña, por la contaminación de los cursos de agua y la introducción del cangrejo americano.

Aspectos socioeconómicos

Demografía

Las características del territorio del Montsant y de la comarca del Priorat, de carácter abrupto y apartados de los principales, e incluso secundarios, ejes viarios y de actividad económica de Cataluña han determinado un poblamiento poco numeroso y con algunas peculiaridades significativas. No en vano desde tiempos bastante remotos existió aquí una tradición eremítica bastante singular y muy ligada a las cuevas y abrigos rupestres que anteriormente habían cobijado a los primeros seres prehistóricos que moraron estas tierras.

Los municipios principales del área del Montsant se encuentran en el perímetro externo del macizo y en general han experimentado descensos importantes de población durante los últimos 30 años. Así, los cinco municipios de la cuenca del Montsant (Margalef, La Bisbal de Falset, Cabassers, La Vilella Baixa y La Vilella Alta) perdieron más del 30% de su población entre 1960 y 1975 y siguieron perdiendo población (27%) entre 1975 y 1986. Hay que destacar el carácter envejecido de la población, muy por encima de los valores medios del conjunto de las comarcas tarraconenses. El índice de población activa también es bajo. En muchos casos los habitantes censados en estos municipios trabajan y residen fuera de ellos, en zonas como Reus, Tarragona, Flix o Ascó, siendo la agricultura una actividad muy residual. Así, y aunque algunos estudios de impacto ambiental tratan burdamente de ocultarlo, el declive agrícola es muy importante, y en municipios como Margalef se cuentan con los dedos de una mano las familias que tienen en la agricultura una fuente de ingresos importante.

Fig. 16. La Vilella Baixa.

La actividad agrícola

Como acabamos de apuntar, en toda la zona del Priorat el declive agrícola es muy importante, afectando principalmente a la vid, afectada por la competencia con variedades más apreciadas y con ventajas importantes en la explotación y comercialización. En la cuenca del Montsant, donde el olivo y el almendro eran los cultivos principales y el riego se practicaba sólo de forma residual en los campos próximos al río, la disminución del suelo cultivado es también muy importante. Tomando como ejemplo el municipio de Margalef de Montsant, entre 1970 y 1986 se abandonó el 81,8% del suelo cultivado, pasando de 366 hectáreas de olivo a nueve hectáreas y de 145 hectáreas de almendros a seis hectáreas. El único incremento de cultivo se debe al melocotón, que, con 95 hectáreas (1986), suponía el 86% de las tierras cultivadas. Cambios parecidos ocurrieron en el resto de los municipios beneficiarios del embalse. Parece, por tanto, singular el problema de falta de agua en un contexto de pérdida acelerada de superficie agrícola. Si bien es cierto que el aumento del melocotón precisa de más dotaciones, la falta de agua puntualmente existente en pleno verano podría solventarse con pequeñas derivaciones y depósitos de almacenaje intermediarios, combinados con sistemas de riego por goteo.

Debe añadirse aquí que la mayoría de las explotaciones son de pequeñas dimensiones, hecho lógico considerando el carácter abrupto del territorio y las poco desarrolladas terrazas fluviales. La parcelación de la tierra y el carácter envejecido de la población, junto con las distancias a los mercados y el problema importante de las comunicaciones son otros aspectos que no permiten entrever un futuro –ni apenas presente– para una agricultura pujante en un contexto además complicado por la reforma de la pac (Política Agrícola Comunitaria).

Estudio de los proyectos de embalses

El primer precedente de regular los caudales del río Montsant data de 1936, cuando se intentó construir una presa en Margalef, con la finalidad de riego de las tierras del valle del Montsant. Hasta los años ochenta no se retomó la idea, esta vez en manos del iryda, con idéntico fin y que escogió como lugar más idóneo el congosto de Fraguerau, en la Penya Roja. Efectivamente, el angostamiento del valle aguas arriba de este enclave lo hacía óptimo para acoger un embalse que, con la pérdida de apenas tierras agrícolas, permitía un aprovechamiento muy por encima de las modestas “rescloses” o represamientos que derivaban pequeños caudales directamente a los campos más bajos.

Durante los años ochenta, con las competencias del Ministerio de Agricultura transferidas al Gobierno autónomo, se encargaron varios estudios para la realización de un embalse de unos 3 hm3 en el enclave anteriormente citado, aguas arriba del municipio de Margalef, y que suponía una altura de 34 metros sobre los cimientos. En el verano de 1983 el Departament d‘Agricultura cursaba a la che la solicitud para la construcción de una presa en Margalef según proyecto redactado por el ingeniero Juan María Luque Moreno. Quince días más tarde presentaba solicitud de caudales la comunidad de regantes de Riudecanyes, que les fue denegada con prontitud por el carácter preferente de la solicitud institucional. En enero de año 1988 la che concedía la autorización para la construcción de la presa del Montsant y la reserva de caudales condicionada a la presentación de un plan detallado de riegos en un término de tres años.

Conocedores de este hecho, varios grupos naturalistas de las comarcas de Tarragona constituyeron la Coordinadora para la Defensa del Montsant y encargaron a un ingeniero de montes un proyecto alternativo que pudiera cubrir las pretendidas necesidades del proyecto oficial, esto es, el riego de 1.900 hectáreas de cinco municipios del Priorat y uno de la Ribera d’Ebre. El resultado de este estudio proponía la construcción de un pequeño represamiento de 12 metros de altura y 0,3 hm3 en El Molí del Vilar (aguas abajo del bello estrechamiento de la Penya Roja) y dos balsas laterales en La Bisbal de Falset (1,5 hm3) y La Palma de Ebro (1,3 hm3), totalizando una capacidad de embalse comparable a la del proyecto oficial.

En el invierno de 1989 empezaron los trabajos de replanteo y limpieza de la cubeta, previos al levantamiento de la presa. El proyecto en aquel momento aprobado permitía construir una presa de 2,97 hm3 de capacidad y 34 metros de altura, a pesar de lo cual, el Conseller d‘Agricultura de la Generalitat manifestó públicamente que sólo se ejecutaría la primera fase del proyecto, o sea el levantamiento de 19 metros de presa con capacidad de 0,8 hm3. Poco después de iniciarse los trabajos se descubrió que el margen izquierdo del río estaba extraordinariamente meteorizado y que el zócalo oligocénico (cerrada geológica) no aparecía hasta los 45 metros de profundidad. La imposibilidad, por tanto, de situar el estribo izquierdo sobre este terreno motivó un cambio en el emplazamiento de la obra unos 650 metros aguas abajo. Junto con el cambio de emplazamiento, el proyecto constructivo experimentó algunas variaciones, se pasó de una presa de gravedad a otra de arco-gravedad con un radio de 180 metros, argumentándose una mayor resistencia ante el riesgo que suponía la presencia de una falla con cierto grado de sismicidad, cuando sólo se pretendía un abaratamiento de costos.

El proyecto modificado fue rápidamente aprobado y su ejecución también inmediata. El proyecto, a ejecutar en dos fases, permitía la misma capacidad de embalse y tenía parecido impacto sobre el medio. La no clarificación sobre la altura final que alcanzaría la presa –a pesar del compromiso público de responsables del Departament d‘Agricultura de dejarla en los 19 metros–, elemento clave para evaluar la viabilidad del tramo de río libre, fue también argumentada por fuentes de la Administración autónoma como un riesgo de perder la concesión en manos de la comunidad de regantes de Riudecanyes. Finalmente, pues, se ejecutó la primera fase del embalse, que se terminó el invierno de 1992. Actualmente está a punto de iniciarse la segunda fase, después de que un acuerdo del Gobierno de la Generalitat haya dado luz verde al recrecimiento de la presa y vulnerando la declaración de impacto ambiental realizada el verano de 1992.

Fig. 17. Campo de avellanos en una terraza sobre el río Montsant (Margalef).

Fig. 18. Obras del proyecto modificado del embalse del Montsant, primera fase (diciembre de 1991).

Necesidades y recursos hídricos

Aportes de caudales

Lo más relevante de este apartado es la falta de datos y el sesgo tendencioso con que se han tratado las pocas cifras manejadas. En primer lugar hay que decir que no existe ninguna estación de aforo del río Montsant o sus afluentes, con lo que el desconocimiento del régimen hídrico del río es muy notable, hecho aún más grave si tenemos en cuenta el tiempo transcurrido desde los primeros estudios previos a la construcción de una presa. No existen tampoco estudios pormenorizados de la hidrogeología de la zona ni tampoco pozos de registro ni datos sobre infiltración, descarga o de cualquier otro tipo que puedan arrojar datos ni siquiera aproximados de los caudales efectivos del río. Los únicos datos directos corresponden a una medición puntual realizada en octubre de 1981 que da alrededor de 30 litros/segundo, comentada al principio de este artículo. Así, los datos de aportación del río provienen únicamente de unos cálculos de precipitación arbitrarios y basándose en una superficie de cuenca de 97 km2, de composición homogénea, y aplicando una tasa de déficit de escorrentía ¡constante para todos los meses del año! cifrada en el 81,91% de la precipitación. Dicha tasa se obtiene mediante sistemas inapropiados para climatologías tan irregulares y bruscas como las mediterráneas continentales. Conviene, además, recordar que para calcular la precipitación se escogieron los datos de la estación más árida –entre tres alternativas– y, por añadidura, situada fuera de la cuenca del Montsant (La Palma d’Ebre, 437 mm/año). Cabe señalar que existe un estudio agronómico que cifra en 609 mm la pluviosidad de La Bisbal de Falset, municipio mucho más próximo e incluido en la cuenca del Montsant.

De este modo, y basándose en la fórmula: Aportes = Superficie de  cuenca x [Precipitación media anual – Déficit de escorrentía], se evaluó en 7,35 hm3 los aportes del río Montsant al punto de embalse, dato que varía sensiblemente si lo comparamos con los otros métodos empleados (fórmulas de Turc y Becerril) en los estudios previos, que dan respectivamente 4,13 hm3 y 8,44 hm3. De haberse calculado los aportes basándose en la precipitación de La Bisbal, los aportes excederían en más del 25% las cifras anteriores.

Varios estudios previos coinciden en la necesidad de impermeabilizar algunos sectores del lecho del futuro embalse, habida cuenta de las previsiones de elevadas tasas de infiltración por este sistema altamente fisurado, tal y como después se confirmó al inicio de la prospección de la cimentación. El tema muy mentado en un principio de la necesidad de inyectar hormigón en la zona de la cerrada ha quedado aparentemente olvidado a medida que han avanzado las obras.

Fig. 19. El barranc dels Pèlags es el principal afluente del Montsant aguas arriba de Margalef. En verano llega a aportar más caudal que el río principal.

Regadíos y otros usos del agua

He aquí un tema clave, pues el riego representa la justificación última y única para la construcción de este embalse. En el caso que nos ocupa no es muy evidente que esta sea la causa, y los motivos vuelven a estar bien fundamentados.

En primer lugar, la superficie agrícola a regar es una incógnita bastante insoluble en tanto que las cifras varían de modo muy importante (1.600 ha, 1.900 ha, 1.400 ha…) según los informes consultados; no obstante, las cifras de agua necesarias para regar y otros usos se mantienen sospechosamente invariables. Es importante destacar aquí dos hechos. El primero es la inclusión de un municipio, La Palma d’Ebre, dentro del plan de riegos a pesar de encontrarse en la cuenca hidrográfica del Ebro y de que el agua debería conducirse costosamente por tuberías superando accidentes topográficos desfavorables que suponen un coste de 600 millones de pesetas. El segundo aspecto a considerar es que no nos consta que la Administración catalana haya presentado ningún plan de riegos detallado ante la che, toda vez que el plazo otorgado por la Confederación terminó en 1991 y tuvo que prorrogarse. A esta grave incertidumbre podríamos aún añadir las dudas de que los presuntos beneficiarios del embalse hayan aportado fondos para costear la obra o depositar una fianza mínima, única garantía realmente fiable de que posteriormente iban a acometer la costosísima obra de conducir el agua hasta las explotaciones, que suponía –con grandes diferencias entre los distintos estudios– una cantidad superior al coste de la propia construcción de la presa principal (1.050 millones), y que tenía que costearse en un 40% por los propios agricultores. Lógicamente, el conjunto de circunstancias sociales y económicas no permite abrigar muchas esperanzas de que los agricultores gasten alrededor de un millón de pesetas/hectárea para conseguir finalmente conducir el agua a sus explotaciones.

La concepción, ya desde un principio, de que el almendro y el olivo, clásicos frutales de secano en Cataluña, debían ponerse a riego, siempre se nos ha antojado, al igual que la inclusión de un municipio de la ribera del Ebro, como una estratagema para aumentar las hectáreas a regar y justificar así la concesión solicitada a la Confederación (che).

Usos no agrícolas

Resulta sorprendente que en una zona donde la mayoría de municipios se abastece de pozos y en la que la población residente es muy reducida, se provea de una dotación importante de agua para el consumo de boca, concretamente de 400 litros/persona día, suponiendo, repetimos, que el censo de 1986 tenga alguna similitud con la población estable en los seis municipios considerados. Recordamos aquí los datos de consumo para una familia de cuatro personas que se duchan cada día y dotados de electrodomésticos (nevera, lavavajillas…), que se cifra en 120 litros/persona y día. El mismo Plan Hidrológico prevé dotaciones de la mitad de las proyectadas para municipios de estas pequeñas dimensiones. Cabe recordar aquí el bajísimo nivel de industrialización de los núcleos considerados y la innecesariedad de sobredimensionar las dotaciones por habitante-equivalente.

En el último estudio de impacto ambiental aparece una referencia a una teórica reserva de caudales de 50 litros/segundo para usos medioambientales. En la medida en que estos caudales se calculan basándose en una precipitación idéntica en cantidad y distribución para todos los años, hecho manifiestamente falso a tenor de las grandes oscilaciones de las estaciones meteorológicas más cercanas, podemos considerarlos puro “maquillaje”. Las variaciones de caudal y el fuerte estiaje que se produce en el período de máxima demanda de riego hacen incompatible ambos usos tal y como se ha concebido la presa. La única explicación lógica a esta súbita aparición de cauces medioambientales podríamos encontrarla en la falta de expectativas reales para consumir el agua embalsada.

El turismo, pese a no estar oficialmente contemplado, parece el principal destinatario del agua, con un uso mayoritariamente no consuntivo. No es casual el hecho de que desde un principio los municipios beneficiados por esta infraestructura reivindicaran el embalse sin entrar nunca en el tema del uso del agua, y rechazando cualquier intento de diálogo basado en proyectos alternativos que garantizasen igualmente los caudales de riego sin crear una gran obra dentro del cauce del Montsant. Algunas manifestaciones recientes de alcaldes en publicaciones locales o de carácter agrario llegan incluso a admitir que los riegos no son un problema importante y que se solventan con los rudimentarios “azudes” valetudinarios, mientras que el agua es un interesante recurso para el turismo.

Finalmente, no entraremos a considerar otras motivaciones inconfesables, si bien es cierto que esta obra es una de las principales que ha realizado durante los últimos años la Subdirecció General d‘Obres del Departament d‘Agricultura de la Generalitat, organismo que destaca tristemente por gastar una parte importante de sus inversiones en infraestructuras de apoyo o promoción del turismo, sobre todo con el auxilio de fondos comunitarios.

Garantía de suministro

El balance hídrico del embalse, variable según la fuente consultada, determina en cualquier caso dos períodos muy marcados; uno –de junio a noviembre– donde la falta de precipitaciones y el elevado consumo para riego determinan una sequía absoluta río abajo; y un segundo período –de diciembre a mayo– en el que existe un excedente de recurso y el río tiene una circulación completa.

Como hemos venido comentando, el principal problema, cuestiones ecológicas aparte, es que el balance hídrico se realiza basándose en datos de precipitación media mensual de una estación meteorológica totalmente inadecuada y sin contemplar la realidad de las grandes oscilaciones anuales en el régimen de lluvias.

Dos terceras partes del consumo agrícola (tres millones de hm3) se concentran en los meses de julio y agosto, y la garantía de suministro durante este período es absolutamente clave para la efectividad de la obra reguladora. El problema viene de que es preciso que el embalse se encuentre a plena capacidad el mes de mayo para que puedan garantizarse los riegos estivales y este hecho requiere que se haya producido la precipitación necesaria a finales de primavera. Del mismo modo, un junio y julio sin apenas precipitaciones serían desastrosos para la campaña de riegos.

Analizando los datos de precipitación de la estación meteorológica de La Palma d’Ebre durante el período en que hay registros completos (1957-1980), un informe del ingeniero Claudio Racionero concluye que en 21 de los 27 años considerados se produciría déficit hídrico por irregularidad en las precipitaciones estivales (pocos años con precipitación elevada y muchos con sequía acusada). Y aún hay que añadir que este dato es optimista: ¡en todos los casos el ingeniero consideró que el embalse se encontraba lleno a principios de junio!

Vemos, pues, que la única garantía fiable de suministros es la construcción de depósitos al pie de las explotaciones, a pesar de que las condiciones topográficas y la disposición de las parcelas dificulta y encarece esta solución.

Tramitación administrativa y estudio de eia

Aspectos administrativos

La tramitación del expediente administrativo del proyecto de embalse eludió desde un principio la redacción de un estudio de evaluación de impacto ambiental (eia), aduciendo la no obligatoriedad del trámite, puesto que el decreto catalán (114/88) era posterior, en pocos meses, a la autorización concedida por la che para la ejecución del proyecto. Cabe señalar que para evitar el trámite de eia y otras complicaciones, todo el tramo fluvial afectado por el proyecto se excluyó del catálogo de espacios de interés natural de Cataluña (pein) que incluye todo el resto del macizo, con un interés biológico relativamente menor. Por el mismo motivo tampoco se incluyó el Montsant entre los 11 tramos fluviales declarados Reservas Naturales Parciales para las nutrias (Decreto 123/87 de la Generalitat de Catalunya), pese a la evidente presencia de estos mustélidos en el tramo afectado, hecho que no puede decirse de todos los tramos declarados oficialmente.

De todos modos, y aquí hallamos uno de los principales motivos de disputa con la Administración catalana, debería haberse realizado un estudio de eia, toda vez que la obra estaba sujeta a los condicionantes de la Administración central del Estado, por ser el Montsant afluente del Ebro y estar subsiguientemente bajo la jurisdicción de la che, y al ser la legislación española sobre el tema (1986) anterior a la aprobación del proyecto.

A pesar de lo dicho, la Administración catalana encargó varios estudios e informes internos sobre el impacto ambiental del embalse, que aparentemente fueron todos desfavorables y, en algunos casos, cuestionaban seriamente la necesidad o justificación de la obra.

Sólo cuando se tuvo que cambiar el emplazamiento de la presa salió a información pública (agosto de 1991) una «Adaptación de un estudio de impacto ambiental de la presa de Margalef». Queremos destacar la perplejidad que nos produjo la adaptación de un estudio sobre una base oficialmente inexistente, ya que no se había hecho público previamente ningún estudio de eia. Cabe añadir aquí que el concepto de “adaptación” de un proyecto no debería ser válido en un caso en que el cambio de emplazamiento y de tipo constructivo varían notablemente. La no tramitación “de novo” del proyecto ha sido un de los caballos de batalla que ha llevado a Depana al Tribunal Superior de Justicia de Aragón (tsja) y, posteriormente, al Tribunal Supremo.

Un año más tarde se publicaba la resolución de la Comissió d‘Indústria i Activitats Clasificades por la que se hacía pública la Declaración de Impacto Ambiental, estableciendo como solución no crítica la construcción de un embalse de 19 m y 0,8 hm3 y desechando la opción inicial.

En octubre de 1992 salió a información pública el proyecto de recrecimiento de la presa, con el correspondiente estudio de eia, y en noviembre de 1994 se informaba en el dogc (Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya) que por acuerdo del Consell Executiu se autorizaba el recrecimiento del embalse a 34 metros.

Otro tema muy espinoso es la legitimidad que tiene la Administración catalana, por parte del Departament d‘Agricultura, para actuar como promotor de la obra y a la vez actuar como órgano administrativo sustantivo, con capacidad para decidir sobre el futuro y condicionantes de la misma. La circunstancia antes señalada y el hecho evidentísimo de que nos encontramos con un proyecto de obras hidráulicas determinan que la responsabilidad administrativa del proyecto tendría que haber recaído en la che o, en su defecto, en la Junta d’Aigües.

Impacto ambiental del embalse

Las deficiencias de muchos de los estudios de eia no son ninguna revelación, y, en cierto modo, sería sorprendente que no fuera así, a tenor del breve aprendizaje que existe sobre el tema y los diversos factores que condicionan la inmensa mayoría de estos estudios. No es cuestión, pues, de entrar a calibrar pormenorizadamente los aciertos y desaciertos de los estudios sometidos al trámite de información pública, pero, en términos generales, podemos destacar el carácter insuficiente, e incluso deplorable, del caso del estudio sobre el recrecimiento de la presa.

Principales impactos producidos y previsibles

La valoración “grosso modo” de los impactos producidos por la presa y los que se producirán con el previsible recrecimiento de la misma se basa en el conocimiento existente sobre la distribución, ocupación del espacio y requerimientos tróficos y ambientales de diversas especies botánicas y zoológicas; en las características geomorfológicas de la cuenca del embalse; en la evolución de otros sistemas fluviales embalsados con características parecidas (por ejemplo, el río Siurana) y en la visita “in situ” al lugar después de la ejecución de la primera fase de las obras.

Impacto sobre el medio físico y geológico

La presencia de fallas activas es un hecho, y el riesgo que suponen para la estabilidad de la presa no podemos calibrarlo aquí. Por otro lado, es ya un hecho constatable el desprendimiento de bloques –en ocasiones de grandes dimensiones– de conglomerados miocénicos situados en las márgenes del vaso, causando la colmatación acentuada del embalse y dejando al descubierto un suelo arcillo-limoso desprotegido y que crea una banda muy marcada entre el nivel del agua oscilante y la superficie forestal tupida y salpicada de bloques y salientes rocosos. Este impacto, añadido a las previsibles pérdidas por infiltración en un sustrato con niveles de fisuración importante, reduce de forma considerable los volúmenes útiles de embalse de agua.

El recrecimiento del embalse de 19 metros a 34 metros de altura supone la inundación de un tramo fluvial mucho mayor y el anegamiento de cavidades, abrigos y partes terminales de barrancos. La parte más significativa del congosto de Fraguerau quedará anegada, y ello tendrá mucha repercusión sobre los elementos biológicos y el funcionamiento del río.

Fig. 20. El llenado del embalse provocó el descalzamiento casi inmediato de grandes bloques al lecho del antiguo curso fluvial.

Impacto sobre la vegetación

La pérdida de vegetación de ribera es un hecho en la zona actualmente inundada y en la banda de oscilación del agua (banda árida). El recrecimiento de la presa anegará las terrazas y pequeñas zonas de depósitos fluviales que sostenían las extensiones mayores de estas comunidades. Los bosques riparios, comunidad forestal más escasa y, por tanto, excepcional del Montsant, quedarán reducidos a una superficie mínima. Los nuevos márgenes del embalse, con elevadas pendientes y niveles oscilantes muy acusados, no permitirán una colonización vegetal, y hasta los carrizales y otras formaciones colonizadoras tendrán grandes dificultades de implantación.

Impacto sobre la fauna

La desaparición de aproximadamente la mitad del tramo fluvial de más calidad ambiental entre Margalef y Ulldemolins supondrá, con toda probabilidad, la desaparición, casi consumada, de algunas de las especies más emblemáticas de la zona. La nutria y el turón son algunas de las especies más afectadas. Otras especies acusarán la falta de refugio y zonas privilegiadas de caza de los alrededores del actual cauce, así como de los sitios arremansados del mismo, donde la densidad de presas era excepcional. Entre las especies ligadas al medio fluvial podemos destacar el retroceso y el riesgo de desaparición del mirlo acuático, por la pérdida de la calidad del agua y del tramo de circulación libre, y del martín pescador.

Algunas rapaces también verán desaparecer una extensión de caza y de sostén de una rica comunidad de presas (anfibios, micromamíferos, palomas torcaces…) que puede dificultar su viabilidad futura, si la distancia o productividad de nuevas zonas de caza hace insostenible la crianza de los polluelos.

Los anfibios verán desaparecer las zonas húmedas de los márgenes y áreas arremansadas por las que tienen más querencia y a la vez fuera del alcance de la depredación íctica. Los peces, a su vez, perderán sus especies más exigentes, por la pérdida de calidad del agua y del medio –fondos fangosos con poco oxígeno– y sufrirán por la reducción del tramo fluvial (de 31 kilómetros, hasta el represamiento de La Vilella Baixa, hasta unos siete kilómetros, con el nuevo embalse). Este confinamiento agravará además los episodios periódicos de contaminación agrícola y ganadera.

Fig. 21. La cova del Pilar. Esta bella formación, conocida por los excursionistas y muy frecuentada antaño por las nutrias, quedará bajo las aguas.

Impacto sobre el paisaje

Va a desaparecer la belleza del discurrir del agua por un cauce cambiante y diverso, en ocasiones poblado por un tupido bosque en galería, en otros momentos encauzado naturalmente sobre un sólido sustrato rocoso, con un atractivo recorrido en el que se observa una gradación de ambientes entre el fondo del valle y las aristas rocosas. La homogeneización del vaso, su inmovilidad y la presencia de una amplia franja de oscilación del nivel del agua denudada y con tonos fangosos, desagradable a la vista y a su aproximación para el paseante, supondrá una gravísima pérdida en la calidad del paisaje. La visión de una gran barrera, como es el muro de la presa, en un contexto hasta ahora poco artificializado, crea asimismo un contraste que crea un elevado impacto paisajístico y no contribuye a estimular el paseo aguas arriba de este punto.

Impacto sobre el recurso hídrico

Ya es claramente observable un aumento de la carga sólida del agua, por los limos y arcillas arrastrados por los procesos de hidratación y secamiento de la “banda árida” del embalse y por la erosión causada por la precipitación sobre esta superficie desnuda. Con el funcionamiento de la presa se producirá un descenso acusado de los caudales aguas abajo del embalse y la eventual sequía completa del cauce en estos mismos tramos durante un período de varios meses, sobre todo entre junio y noviembre.

El tramo de río embalsado experimentará una pérdida notable de la calidad del agua, derivada de su baja tasa de renovación, el mayor aporte sólido y las consecuencias que de este hecho emanan sobre el aumento de la temperatura, la disminución de la concentración de oxígeno disuelto y el riesgo de proliferación algar, aumentada por los vertidos e incidencias que se producen en la cabecera de la cuenca.

Fig. 22. La banda árida, propia de los embalses con oscilaciones importantes de nivel, ha dejado ya definitivamente huella en el Montsant, tal y como puede apreciarse en esta imagen.

Fig. 23. El embalse del otrora fluyente río provocará una pérdida importante de la calidad del agua (oxígeno disuelto, temperatura, crecimiento algar…), con el consiguiente impacto sobre las especies faunísticas.

Impacto por presión antrópica

No es fácil prever cuál será el grado de humanización en la zona afectada una vez finalizada la segunda fase del embalse. Teóricamente, la frecuentación debería ser inferior a la existente en la etapa previa, puesto que la desaparición de los caminos y la barrera física de un gran muro de hormigón y del agua son bastante disuasivos para cualquier visitante que no esté suficientemente equipado. De todos modos, la desaparición de los ambientes riparios y la simplificación de los ecosistemas forestales hacen que una afectación en el entorno del embalse sea relativamente menos grave (los ecosistemas más valiosos y escasos ya están destruidos). La creación de nuevos caminos perimetrales crearía con toda probabilidad problemas de erosión, al tenerse que realizar forzosamente en tramos con pendientes pronunciadas y de sustrato inestable. La posibilidad apuntada en varios medios de que se promueva la práctica de deportes náuticos crearía un elevado impacto sobre un espacio natural tranquilo y libre de artificios, y constituiría un duro alegato para los que, al amparo de la necesidad agrícola, son responsables de la construcción de esta obra destructora del medio natural.

Fig. 24. La gratificante experiencia de pasear por este río, que depara sorpresas a cada recodo, va a desaparecer irremisiblemente, y con ella, la posibilidad de aprovechar respetuosamente un recurso natural irrepetible.

Impacto socioeconómico

Es un secreto a voces que la expectativa que genera este embalse para la mayoría de los municipios es un aumento del flujo turístico. La realidad, a pesar de esto, es que el aislamiento de la zona y su entorno deprimido no son grandes atractivos para un turismo convencional. La creación de equipamientos de una cierta envergadura es un riesgo elevado para cualquier promotor, y más aún en los tiempos actuales. El carácter abrupto y pendiente de las laderas, así como el sustrato fangoso, no favorecen el baño ni el recreo alrededor de la presa, sobre todo si se recrece hasta los 34 metros. La desaparición del camino y sendas antiguas que comunican Margalef con Ulldemolins transcurriendo por entre el follaje, salpicadas de abrigos, bloques caídos y otros atractivos, muy apropiadas para un cierto turismo ecológico, se habrán perdido definitivamente cuando se recrezca el embalse.

Quizá el único municipio que pueda beneficiarse de algo sea precisamente Ulldemolins, tradicionalmente escéptico con respecto al embalse –del que no recibirá ni una gota–, por el hecho de que conservará el único tramo salvaje del congosto con un acceso fácil (lo escaso deviene más valioso). De hecho, es el primer sitio donde se han apresurado a crear un nuevo camping, con el sello Montsant, eso sí.

Sobre el beneficio para la agricultura no merece la pena extenderse en las consideraciones realizadas en los apartados anteriores; la realidad socioeconómica europea, unida a la explotación de pequeñas parcelas, en una zona mal comunicada, entre una población envejecida, y con una cultura joven poco proclive al mantenimiento de la actividad primaria, no auguran ningún futuro a esta actividad.