OP

    REVISTA DEL COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS
Nº26
AÑO 1993
RÍOS, I

El medio ambiente y la navegación fluvial por el bajo Ebro

Gisela Lorán Benavent*

Licenciada en Biología. Master en Gestión Ambiental por la Universidad de Barcelona. Jefe de la División de Ingeniería Ambiental del Taller de Ingenierías.

 

NAVEGAR POR EL EBRO
EL ENTORNO DEL PROYECTO DE NAVEGACIÓN
LAS CONDICIONES MEDIOAMBIENTALES

El ecosistema fluvial

Las comunidades acuáticas

Las comunidades terrestres

El paisaje

EL IMPACTO AMBIENTAL DEL PROYECTO DE NAVEGACIÓN

Dragados

Construcción de la esclusa de Ascó y acondicionamiento de la esclusa de Xerta

Balizamiento y señalización

Embarcaderos

Mejoras ambientales

Explotación del canal

CONCLUSIONES

Descriptores: Navegación fluvial, Impacto ambiental, Ebro, Ecosistema fluvial, Condicionamientos medioambientales

Navegar por el Ebro

Hubo un tiempo en el que las embarcaciones que navegaban por el Ebro formaban parte de su paisaje cotidiano. El río Ebro tuvo una importancia vital en el comercio y los acontecimientos militares en épocas muy tempranas. Parece ser que antiguamente el río era más caudaloso, y existen numerosos autores que aseguran que era posible llegar hasta Logroño navegando por sus aguas.

Debido a su anchura y los numerosos desfiladeros de su trazado, este río, que atraviesa el nordeste de la Península Ibérica y que le da su nombre, constituyó una importante barrera a la expansión militar. Ya en el año 226 a. C., en el tratado del Ebro, fue señalado como límite de la expansión de Roma y Cartago en la Península Ibérica. Así, el Ebro constituyó el obstáculo natural a las comunicaciones entre Cataluña y Castilla. Sin embargo, su enorme importancia estratégica se debe no tanto a su papel fronterizo como a su importancia como vía de comunicación entre el mar Mediterráneo y el interior peninsular.

Hasta la construcción de las carreteras y ferrocarriles hacia Zaragoza y Madrid en los siglos xviii y xix, esta vía fluvial fue la más utilizada para el transporte de mercancías y de tropas. Testimonios documentales de ello los encontramos en historiadores romanos, como Plinio, que habla de un Ebro navegable hasta cerca de Logroño, y en la «Canción de Roldán», escrita en el siglo xii, donde se describen 4.000 embarcaciones musulmanas remontando el Ebro hasta Zaragoza. Los reyes catalanes lo utilizaban en sus viajes entre Zaragoza, Lérida y Barcelona, Tortosa y Valencia; y hasta la Guerra de Sucesión era habitual, en los viajes entre el valle del Ebro y Barcelona, combinar la vía fluvial hasta el antiguo puerto de Banyoles con la carretera que, atravesando las montañas de Tivissa, llegaba hasta las costas de Tarragona.

Si con el ferrocarril y las carreteras el Ebro perdió su importancia como vía de comunicación interregional, con la construcción de las grandes presas de Mequinenza y Riba-roja, a mediados del siglo xx, decae su papel incluso en las comarcas ribereñas.

En la actualidad la navegación por el río se ve reducida a un escaso número de barcas de recreo, piraguas y algunas barcazas que permiten cruzar el río a vehículos y personas. Así pues, navegar por el Ebro no es nada nuevo, y de ello dan fe los numerosos vestigios históricos que se van encontrando a lo largo de un recorrido atento por su cauce.

De ahí surge la iniciativa de realizar un proyecto de navegación que permita utilizar nuevamente esta vía fluvial en el Ebro catalán. Así, en 1989, el Consell Comarcal de la Ribera d’Ebre encargó un estudio de viabilidad del río entre Riba-roja y el mar, cuyos resultados acabarían con la realización de un proyecto ejecutivo de la recuperación de la vía navegable del Ebro entre Riba-roja y Tortosa, encargado por la Diputación de Tarragona y los Consells Comarcals de El Baix Ebre, El Montsià, La Ribera d’Ebre y La Terra Alta.

Fig. 1. El Ebro en la zona del Pas de l’Ase entre Garcia y Ascó.

El entorno del proyecto de navegación

Al abordar un proyecto de navegación del Ebro en su tramo catalán, entre Riba-roja y Tortosa, se pretendía en realidad recuperar una actividad tradicional en la zona, aunque con una orientación bien diferente: convertir la navegación por el Ebro en una atractiva oferta turística y recreativa con el objetivo de participar en la reactivación económica de las llamadas Terres de l‘Ebre.

El río Ebro ha sido históricamente el eje de desarrollo socioeconómico de las comarcas que atraviesa, ejerciendo, como la mayoría de los grandes ríos, un papel fundamental en la vertebración del territorio. Esta idea básica fue la que se impuso en todo el desarrollo del proyecto de navegación: el Ebro no es simplemente un curso de agua, sino más bien el elemento central en la configuración de un entorno complejo que no debe tratarse aisladamente del resto. Así pues, nuestro primer objetivo fue conseguir un conocimiento exhaustivo del territorio que iba a ser intervenido, tanto en sus aspectos medioambientales como en los socioeconómicos, sin olvidar la historia, que nos permite comprender la actual estructura del territorio.

Los aspectos medioambientales del proyecto han sido tratados como un input más del mismo, interaccionando con las posibilidades técnicas que se iban planteando y, a su vez, nutriéndose de éstas, convirtiéndose en uno de los ejes fundamentales del desarrollo del proyecto.

Esto ha hecho posible reducir los impactos ambientales potenciales, ya que la mayoría de los efectos negativos han sido minimizados y los positivos potenciados. Muchos de los tratamientos, previsiones y obras que se hubieran considerado medidas correctoras han sido integrados en el proyecto ejecutivo como una unidad de obra definida y supervisada.

Este enfoque subyace en la misma idea directriz de la recuperación de la navegación en el río Ebro, planteada como la revitalización de un recurso –el curso fluvial– que actuará como potenciador del desarrollo de un sector terciario en todas las comarcas de las Terres de l’Ebre. Con la incorporación de esta nueva actividad, se pretende también un cambio de actitudes de la población respecto al río, una modificación de las interrelaciones hombre-río en todo el territorio abarcado, considerando al Ebro no únicamente como suministrador de aguas y receptor de vertidos, sino como un recurso natural con valores intrínsecos íntimamente ligado al desarrollo socioeconómico y cultural de la zona.

Fig. 2. Castillo de Miravet.

Las condiciones medioambientales

Al iniciar el estudio del entorno medioambiental del Ebro entre Riba-roja y Tortosa nos encontramos con la sorpresa de que la información existente sobre el ecosistema fluvial –entendiendo como tal todo el entorno relacionado con el río– era poca, y en algunos casos, nada conocida. El río de mayor caudal y mayor cuenca hidrográfica de la Península resultó ser uno de los menos conocidos en cuanto a estructura y funcionamiento. Toda la información disponible al inicio del estudio era parcial y de carácter local, centrándose en aspectos particulares del río. En concreto, para el tramo estudiado, prácticamente se carecía de datos contrastados sobre la mayoría de las variables ambientales, siendo probablemente las más desconocidas la fauna asociada a este ambiente y la hidrogeología de la zona. De los pocos datos conocidos, su nivel de actualización dejaba mucho que desear.

Así pues, la mayor parte de variables ambientales han sido descritas gracias a la realización de inventarios y trabajos de campo que nos permitieran una caracterización suficiente de los parámetros ambientales afectados, para poder acercarnos a la realidad de su situación actual. Para llevar a cabo esta tarea en un territorio tan extenso como el que abarca el proyecto (80 kilómetros de río) fue necesaria la intervención de un equipo interdisciplinar de profesionales que fueran capaces de integrar los distintos enfoques, tanto en la descripción del medio como en la evaluación del impacto ambiental del proyecto.

Cabe resaltar el enorme esfuerzo y coste que supusieron estos estudios previos, desarrollados a lo largo de dos años consecutivos, y que fueron posibles gracias a la gran sensibilización por el tema que en todo momento mostraron los promotores del proyecto, tanto el Consell Comarcal de La Ribera d’Ebre como la Diputación de Tarragona. Gracias a ellos, actualmente nuestros conocimientos sobre el río Ebro en su tramo catalán son mucho mejores y constituyen una excelente base para cualquier otro estudio posterior.

Los factores ambientales que han sido tratados en este estudio se agruparon en cuatro apartados, para una mejor comprensión del mismo, de la siguiente manera:

1. Factores físico-químicos: climatología; geología, geomorfología e hidrogeología; sedimentología; edafología; hidrología.

2. Factores biológicos: comunidades acuáticas, comunidades terrestres, estructura y funcionamiento del ecosistema fluvial.

3. Paisaje.

4. Factores socioeconómicos y culturales: población (estructura demográfica y socioeconómica), usos del suelo, patrimonio histórico-artístico y cultural.

Sería largo y tedioso intentar explicar aquí las principales características de estos factores a lo largo de los 80 kilómetros de recorrido por el Ebro, pero sí es interesante resaltar algunas de las conclusiones del estudio.

Fig. 3. El Ebro cerca de la población de Mora d’Ebre.

El ecosistema fluvial

El ecosistema fluvial del tramo bajo del Ebro es un sistema acuático complejo donde el agua no es el único elemento del sistema, sino más bien el vehículo: el soporte físico donde se desarrollan multitud de procesos ligados a la vida.

Desde un punto de vista geográfico, un río es el resultado de los procesos de drenaje de su cuenca hidrográfica, de donde proceden las aguas que posteriormente llegarán al mar. Esta naturaleza de red drenante que va convergiendo aguas abajo, permite uniformizar las características de los diversos afluentes que atraviesan la cuenca, integrando procesos físicos, químicos y biológicos que han sucedido en diferentes escalas de tiempo y espacio. Así pues, los ríos son una especie de resumen informativo de lo que acontece al territorio de su cuenca.

Desde este punto de vista se hace obvia la estrecha interrelación que mantienen las comunidades acuáticas con las comunidades terrestres de su entorno. En el caso de la parte baja del Ebro, la información perteneciente a la cuenca superior queda enmascarada por la presencia de los dos grandes embalses de Mequinenza y Riba-roja, situados justo aguas arriba del inicio del tramo estudiado. Su presencia ha significado un cambio radical en el régimen hídrico, ahora muy regulado, del río, y, por tanto, un fuerte cambio de todos los factores ligados de alguna forma a este régimen.

El funcionamiento del ecosistema del río Ebro se basa, como el de cualquier otro ecosistema, en una transferencia de energía en forma de materia orgánica fabricada por los productores primarios, que se transmite a niveles tróficos superiores a través de las cadenas tróficas. Si el ecosistema está en equilibrio, en un ciclo anual las entradas deben compensar a las salidas, y la biomasa viva permanecerá más o menos constante de un año a otro, con variaciones estacionales. El sistema es perturbable por rotura del equilibrio establecido; es decir, cualquier modificación en las entradas y salidas de energía del ecosistema modificarán el pattern de transferencias energéticas.

En nuestro tramo del Ebro la mayor aportación de materia orgánica y sales minerales procede de los procesos ocurridos en los embalses de Mequinenza y Riba-roja, aunque también es significativo el aporte de los ecosistemas terrestres colindantes. Aparte del aporte natural de materia orgánica procedente de las riberas del río, otras entradas al sistema modifican su comportamiento. Las más destacables serían:

— Vertidos puntuales de aguas residuales de origen urbano y, en algún punto, industrial. Ello conduce a una respuesta de tipo eutrofización en los puntos de vertido de aguas residuales urbanas, que se hace más evidente en los meses más calurosos. En cuanto a los vertidos industriales, aunque escasos en la zona, significan un aporte de contaminantes cuyos efectos podrían ser más graves a largo plazo.

— Contaminación difusa procedente de los abonos y pesticidas utilizados por la agricultura de la zona.

— Vertederos de residuos sólidos, en general inertes o asimilables a urbanos, en las riberas y márgenes del río.

Por lo que respecta a las salidas de energía, no se detectan modificaciones significativas respecto a las que ocurren en todo proceso natural: las pérdidas en forma de calor disipado por los organismos y la exportación de materia orgánica y otros elementos río abajo o a ecosistemas terrestres.

En realidad, el recurso que es básica y casi exclusivamente extraído y consumido del río Ebro es el agua, principalmente utilizada para riego y producción de electricidad, y, en menor cantidad, para abastecimiento de agua potable e industrial. El agua, si bien no es una parte energética del sistema, es el medio donde se realiza todo proceso de intercambio, y los cambios de caudales modifican efectivamente todas las transferencias.

Fig. 4. Vista del Ebro en la zona de Molló. Se aprecia el grado de invasión de la agricultura en el cauce del río.

Fig. 5. Islas del embalse de Flix y carrizal. Es una de las partes más atractivas y de mayor valor naturalístico de todo el trazado.

Los caudales del Ebro bajo, con una media anual cercana a los 400 m3/s, dependen principalmente de la regulación efectuada por los embalses de Riba-roja y Mequinenza, que, con una longitud total de vasos de 130 km, dejan aguas arriba el 97 % de la cuenca y suman una capacidad de 1.749 hm3. Su puesta en funcionamiento en los años sesenta ha determinado cambios en la descarga anual del Ebro, de forma que se ha reducido la descarga hibernal y los máximos se han desplazado hacia finales de primavera.

El patrón de descarga diaria también ha quedado afectado por la regulación, y el nivel del agua puede variar mucho en pocas horas, aumentando el caudal en diversos órdenes de magnitud. Los máximos suelen producirse en las primeras horas de la noche y en la madrugada, correspondiéndose con la máxima demanda hidroeléctrica. Así pues, por lo que respecta a los caudales, sus variaciones en la parte catalana del río Ebro son importantes, tanto las anuales, como las diarias y estacionales.

En consecuencia, el ecosistema estudiado se puede considerar como “perturbado”, ya que su equilibrio natural se ha visto y se ve modificado constantemente. Sin embargo, se puede afirmar que las aguas del río en este tramo son de bastante buena calidad. El motivo es el importante caudal que lleva normalmente el Ebro, que permite una gran dilución de los vertidos existentes. Un vertido urbano en un punto del río afecta a un tramo relativamente corto, debido a la gran capacidad de autodepuración de la masa de agua.

Las comunidades acuáticas

En este tramo del río, la estacionalidad, determinada por la temperatura y las diferencias de caudal, es uno de los factores más importantes y de mayor influencia en las comunidades acuáticas asociadas. A pesar de ello, se puede afirmar que la comunidad planctónica existente tiene su origen en el plancton desarrollado en los embalses situados aguas arriba.

Del conjunto de taxones descritos para el fitoplancton, se observa una alternancia clara de los dos grupos mayoritarios: diatomeas, más abundantes a finales de otoño, invierno y primavera, y clorofíceas, dominantes durante todo el verano y a principios de otoño. El resto se reparte, en grado de mayor a menor representación, entre las algas cianofíceas, euglenofíceas, dinofíceas, crisofíceas y critofíceas.

Respecto al zooplancton, los principales representantes son: ciliados, rotíferos y crustáceos, estos últimos en los meses de primavera y a principios de verano.

La distribución de las comunidades bentónicas se ve muy afectada por los factores hidráulicos del flujo del río, sobre todo la velocidad de la corriente, además de la disponibilidad de nutrientes y la naturaleza de los sedimentos.

La comunidad de macroinvertebrados se caracteriza por una serie de especies de colonización rápida e importante, con una elevada tasa de renovación. Los organismos dominantes son filtradores y recolectores, y los moluscos constituyen el grupo mayoritario entre los micrófagos de superficie.

Es también importante la población de macrófitos en aquellas zonas del río de sustrato básicamente arenoso, sin turbulencias y con cierto contenido en materia orgánica. Sería el caso de las orillas del embalse de Flix o el del río aguas arriba del azud de Ascó y del de Xerta.

La zona baja del río Ebro corresponde claramente a la región de los ciprínidos, por lo que se refiere a poblaciones piscícolas. El total de especies de las distintas familias representadas en la zona es de 16, sin tener en cuenta la posible presencia ocasional de especies eurihalinas, como diversos mugílidos. Del estudio de su hábitat y periodo de freza se deduce que los meses de mayo y junio son periodos de freza para la mayoría de las especies, y, por tanto, se evitará el dragado del cauce durante estos meses.

Fig. 6. Genista biflora.

Fig. 7. Tamarix africana.

Las comunidades terrestres

Del inventario de comunidades de ribera que actualmente se localizan en los márgenes y riberas de este tramo del Ebro, destaca el elevado grado de degradación y fragmentación del bosque de ribera.

Este tipo de vegetación actualmente se ve restringido a una pequeña franja discontinua en los márgenes del río, con excepción de algunos puntos mejor conservados.

Los principales responsables de esta situación son la ocupación de las riberas por cultivos agrícolas, la implantación de infraestructuras y la construcción de canales de riego. Otras actuaciones que también contribuyen a ello son la creación de taludes artificiales de carreteras y ferrocarril, los vertederos incontrolados sobre los márgenes del río y la construcción de escolleras y espigones. Las comunidades de mayor representación, tanto por el nivel de presencia como por la superficie ocupada, son: el bosque mixto de ribera, el cañar puro, el cañar con restos de vegetación de ribera y los tarayales.

La vegetación natural no propia de ribera (encinar litoral, carrascal, etc.), sustituida por cultivos después abandonados o castigada por numerosos incendios, se encuentra en diferentes fases de sucesión regenerativa, y actualmente está dominada por pinares y matorrales.

Como zonas más degradadas destacan la isla de Audí, anteriormente cultivada y ahora abandonada, y el margen derecho de la isla de Móra en dirección a Ascó, que se quemó hace más de un año.

Entre las zonas mejor conservadas se puede citar el tarayal de Miravet, el carrizal de Flix y las islas del pantano de Flix. En general, se conservan bastante bien, ya que el suelo no es apto para ser cultivado. En algún otro sitio, como en Molló y en la isla de Putxo (meandro de Ginestar), las replantaciones han mejorado el estado de conservación.

Del estudio faunístico del tramo analizado se deduce que las especies más valiosas y las comunidades más completas se localizan preferentemente en los tramos menos transformados, incluyendo los bosques de ribera en mejor estado, los desfiladeros y el carrizal de Flix, donde se dan condiciones adecuadas para su establecimiento: poca presión humana y abundancia de alimento. Sin embargo, el interés de este tramo de río reside en su conjunto y en la interrelación de sus distintos componentes.

La fauna de vertebrados terrestres está por debajo de las posibilidades del medio. Determinados factores de mejora ambiental del río en diversos aspectos, como la calidad del agua o la regeneración de la vegetación riparia, o procesos externos, como la recuperación de poblaciones de distintas especies a nivel regional o incluso europeo, podrían incidir en un enriquecimiento de su fauna en el futuro, si no interfieren otras influencias negativas (alteración de las riberas, fluctuaciones de caudal, pérdida de tranquilidad, etc.).

Sin embargo, debe decirse que ya en la actualidad este tramo del Ebro tiene un claro interés en el conjunto catalán de aguas continentales y humedales. El embalse de Flix constituye uno de los únicos cuatro puntos de Cataluña de cría regular del aguilucho lagunero (Circus aeroginosus). La comunidad de aves del carrizal de Flix es interesante, siendo especialmente notable la cría del escribano palustre (Emberiza schoeniclus), así como el uso de este carrizal como dormidero (en invierno han llegado a contabilizarse unos 100.000 estorninos, así como grupos abundantes de otros paseriformes).

La población de ardeidas del tramo del Ebro comprendido entre Riba-roja y Tortosa parece ser importante. Esta familia de aves es de gran interés por su general escasez y rareza de sus localidades de nidificación, y por ser unos buenos indicadores de la riqueza y estado de salud de un curso fluvial o de una zona húmeda.

Es muy destacable la población invernante de cormorán grande (Phalacrocorax carbo), de 700-1.000 individuos, que se concentran, al parecer, en un único punto de reposo. Este gran contingente de cormoranes convierte a este tramo del Ebro en la segunda área de Cataluña en cuanto la invernada de estas aves (la primera es el cercano delta del Ebro), y en un punto de invernada de importancia internacional.

También, es interesante la nidificación del milano negro (Milvus migrans) en este tramo. Han sido detectadas al menos seis parejas en cuatro localidades distintas. Otra rapaz, de estatus actual desconocido, pero que también parece poder ocupar con cierta abundancia el valle del Ebro, es el alcotán (Falco subbuteo).

La nidificación del avión zapador (Riparia riparia) en una pequeña colonia frente a Ascó es interesante, por ser una especie muy localizada en Cataluña. También lo es la nidificación del martín pescador (Alcedo atthis), bastante escaso en la mitad sur de Cataluña, así como la presencia de ricas comunidades de aves de los bosques ribereños.

La fauna rupícola, e incluso algunas especies de matorral, es notable, aunque no está prácticamente influenciada por el río. Es especialmente destacable la nidificación de una pareja de águila perdicera (Hieraetus fasciatus) en cortados del mismo río.

La situación de los carnívoros fluviales, representados por la nutria (Lutra lutra) y el turón (Mustela putorius), no está clara, aunque algunos datos apuntan a la presencia de al menos la primera especie. Las condiciones de cobertura de vegetación de las riberas, así como de riqueza piscícola, parecen favorables, aunque sería deseable una mayor abundancia de lugares arremansados, de zonas de agua poco profunda, etc. En todo caso, la persistencia de cualquiera de las dos especies daría gran importancia biológica al río, por su carácter relicto en Cataluña y por su proceso de desaparición, aún activo en algunas de las áreas en que subsisten.

Fig. 8. Vitex agnus-castus.

Fig. 10. Lonicera biflora.

Fig. 9. Aristolochia longa.

El paisaje

El paisaje del valle del Ebro entre Riba-roja y Tortosa se puede describir como un paisaje rural. El territorio conserva las huellas de una larga tradición histórica que ha ido configurando su actual estructura y funcionamiento.

Los hechos diferenciales dentro de este paisaje vienen determinados por las características físicas del territorio y por acciones de tipo antrópico.

En general se puede considerar que la calidad paisajística del trayecto es buena a excepción de zonas puntuales muy localizadas. Sobre todo, el paisaje observado desde el interior del río posee un gran atractivo para el navegante. Esta situación es susceptible de una gran mejoría, simplemente ejerciendo actuaciones de bajo coste, como son la restauración de una franja de bosque de ribera y la eliminación de los vertederos incontrolados. La conservación de una importante franja de vegetación de ribera bien desarrollada y estructurada es esencial en un proyecto de navegación fluvial, no sólo por el evidente atractivo estético que posee, sino por su importancia en el mantenimiento de los márgenes y las riberas fluviales como elementos de protección contra la posible erosión de los mismos.

Fig. 11. Circus aeroginosos.

Fig. 12. Phalacrocorax carbo (cormorán marino) en la presa de Riba-Roja.

Respecto a la fragilidad de este paisaje, es bastante elevada en general, como en la mayoría de los grandes valles, ya que desde los puntos más altos del mismo la visibilidad es enorme y cualquier actuación en el interior del valle se hace muy aparente.

El grado de artificialización es muy elevado, pero, como se ha dicho anteriormente, de carácter rural. Sin embargo, cabría destacar, como hitos más negativos de todo el tramo, desde un punto de vista paisajístico, los siguientes:

— Complejo electroquímico de Flix.

— Central nuclear de Ascó.

— Vertederos incontrolados situados en diversos puntos a lo largo de todo el recorrido y a ambos lados del río.

Por lo que se refiere a los dos primeros, se plantea una mejora de su entorno mediante acciones de ajardinamiento. Y en cuanto a los vertederos, es imprescindible su eliminación o su restauración inmediata, ya prevista en proyecto.

Como puntos de especial interés paisajístico se pueden destacar:

— Islas y carrizal en el embalse de Flix.

— Pas de l’Ase.

— Bosque de ribera en “El Molló” (Tivissa).

— Meandro de Miravet: castillo, población y tarayal.

— Pas de Barrufemes.

— Azud de Xerta.

Debe, sin embargo, tenerse en cuenta que el elemento que más ha influido en la configuración de este paisaje es el mismo río, y que es todo su curso en conjunto el que tiene un especial interés como elemento paisajístico a proteger.

Fig. 13. Islas del Ebro en el embalse de Flix. Paisaje en invierno.

Fig. 14. Carrizal del embalse de Flix.

Fig. 15. Tarayal de Miravet.

El impacto ambiental del proyecto de navegación

Es importante tener en cuenta que en el diseño y definición del trazado del canal navegable han intervenido decisivamente los condicionantes medioambientales, logrando de esta forma reducir los posibles impactos del proyecto. El canal descrito en el proyecto pasa por las zonas de máxima profundidad del río, pero siempre manteniendo una distancia mínima de 20 metros desde el extremo del canal a los márgenes, para evitar fenómenos erosivos. También se aleja de aquellas zonas consideradas más vulnerables ambientalmente, dejando siempre libre uno de los dos brazos del río al pasar por zonas de islas. Así se logra un trazado del canal que minimiza su potencial impacto; y que minimiza las superficies y volúmenes de dragado y, por tanto, reduce sus costes de ejecución y mantenimiento. Dando un repaso a las actuaciones del proyecto, podemos considerar:

Dragados

En su realización se ha tenido en cuenta:

—El sistema de dragado: La utilización de sistemas flotantes (bomba de succión y excavadora sobre pontona), en lugar de sistemas terrestres, permite reducir la afección al lecho del río, así como el número de accesos al mismo necesarios, de forma muy importante.

— El transporte del material excavado: Se realiza mediante gánguiles que se desplazan por el río. Este sistema permite elegir unas zonas concretas del río para evacuar los materiales, sin tener que afectar a todas las riberas de las zonas sometidas a dragado. Al mismo tiempo no crea en sí mismo ninguna afección, excepto la de su propia presencia.

— Acopio y evacuación del material dragado: A este efecto se han elegido 19 puntos de acopio temporal para la evacuación del material dragado que coinciden con zonas de fácil acceso, ya intervenidas (embarcaderos, pasos de barca, etc.) y/o degradadas. No exigen la apertura de nuevos accesos, ya que, excepto en dos de ellas, existen caminos utilizables. Además se prevé la posterior restauración de estas zonas, recuperando la vegetación de ribera que les sería propia. Los acopios que se realicen en estas zonas tienen establecido que nunca superen una altura de 2,5 metros, ni ocupen más del 70 % de la superficie libre.

Estos aspectos permiten que el impacto de esta operación sobre las comunidades de ribera sea prácticamente nulo.

Construcción de la esclusa de Ascó y acondicionamiento de la esclusa de Xerta

La única esclusa que hace falta construir es la que salva el desnivel hidráulico del azud de Ascó. Su ubicación, en el margen izquierdo del río, enfrente de la central nuclear de Ascó, no presenta ningún problema importante, por tratarse de una zona bastante degradada actualmente y con escaso valor natural. Justo enfrente, en el margen derecho, se encuentra todo el complejo de la Asociación Nuclear de Ascó (a.n.a.) y la orilla está protegida por una escollera. En el margen requerido, que quedará afectado por la construcción de la esclusa, también existe una escollera, y en la parte superior una plantación de Populus canadiensis. El funcionamiento de la esclusa puede facilitar el paso de peces, ahora interrumpido por el azud de Ascó.

Los márgenes de los antecanales de entrada y salida de la esclusa se protegen y revegetan, para evitar la erosión que de otro modo provocaría el paso cercano de las embarcaciones. Asimismo, todas las zonas y taludes afectados por el movimiento de tierras son revegetados, cuidando el aspecto general del entorno.

En la esclusa de Xerta, las únicas operaciones a ejecutar van dirigidas a poner nuevamente en servicio una instalación ya existente, e instalar los componentes auxiliares de la misma. Al tratarse de una estructura ya existente no se prevén tampoco aquí afecciones importantes.

Balizamiento y señalización

El trazado del canal queda señalizado por un sistema de boyas distanciadas un máximo de 400 metros y distribuidas al tresbolillo lateralmente. Su colocación supone un impacto paisajístico permanente sobre la lámina de agua, aunque se ha intentado maximizar la distancia entre boyas.

Por otro lado, las boyas son indicativas de la zona de paso de embarcaciones y evitan que éstas circulen por cualquier zona del río, permitiendo alejar el trazado del canal de zonas sensibles, incluso en aquellos tramos en los que el río tiene calado suficiente en toda su anchura.

Embarcaderos

Los embarcaderos previstos son de tipo flotante y su ubicación se fija en zonas de especial interés, aprovechando las instalaciones actualmente existentes –embarcaderos y antiguos pasos de barca–, para reducir la ocupación de riberas.

Mejoras ambientales

Las operaciones que se incluyen en proyecto se refieren a la limpieza y restauración de zonas de vertederos incontrolados, a la protección de márgenes sensibles a la erosión, utilizando técnicas respetuosas con el entorno, y a la recuperación de vegetación de ribera en márgenes actualmente degradados. Todas ellas suponen un claro impacto positivo sobre las comunidades de ribera de este tramo del Ebro, y especialmente sobre el paisaje.

Explotación del canal

Además de las actuaciones de obra, los impactos más duraderos del proyecto se producirán durante la fase de explotación del mismo. Así pues, el régimen de explotación del canal y el tráfico de embarcaciones serán los dos factores más determinantes del impacto ambiental.

Aspectos positivos a tener en cuenta son el hecho de descartarse la navegación nocturna, la prohibición de varar embarcaciones fuera de los embarcaderos previstos y en puntos intermedios del río y las limitaciones de velocidad de navegación. Los aspectos negativos están relacionados con la presencia, más o menos permanente (dependerá del tráfico), de embarcaciones navegando por el río, que afectará, sobre todo, a las comunidades faunísticas de vida más acuática.

También se debe resaltar la necesidad de controlar los posibles efectos inducidos del desarrollo de un sector turístico en la zona. Es fundamental establecer unos criterios de ordenación y planeamiento territorial que garanticen la preservación del patrimonio natural y cultural de la zona, evitando que una sobreexplotación de la vía de navegación o un incremento incontrolado del turismo provoque una degradación del entorno, que a largo plazo iría en detrimento de los propios intereses turísticos de las comarcas de las Terres de l’Ebre.

Fig. 16. Pas de Barrufemes, entre Rasquera y Miravet.

Conclusiones

La recuperación de la navegación en el tramo del Ebro entre Riba-roja y Tortosa restablecería en la zona una actividad tradicional actualmente en desuso, pero con una importante diferencia, al tratarse de un tipo de navegación exclusivamente de tipo turístico y recreativo y con un estricto límite en el tipo de embarcaciones que pueden navegar en el río.

Esta actividad puede generar unas perspectivas de desarrollo socioeconómico en las comarcas de las Terres de l’Ebre muy favorables, que permitirían la creación de un sector terciario ligado a actividades turísticas y que, con una buena gestión y planificación, supondría un cambio significativo en los niveles de calidad de vida de los habitantes de la zona.

Un toque de atención, sin embargo, ante el peligro de un aumento del turismo en la zona, sin una previa planificación de las infraestructuras disponibles. Es necesaria una planificación de este desarrollo que impida la degradación del territorio y que potencie el equilibrio a largo plazo de esta nueva actividad y su integración con las actividades y usos del territorio ya existentes. Todo ello redundaría en la consecución de un turismo de calidad y evitaría los problemas que se han producido en otras zonas de demanda turística incontrolada.

Los principales impactos medioambientales negativos de este proyecto aparecen en la fase de explotación, debido a la mayor permanencia de los mismos. Los potenciales impactos que podría causar la actuación se han visto enormemente reducidos por el hecho de incluir los condicionantes medioambientales en el propio diseño del proyecto y convertir de esta forma las medidas correctoras en acciones de obra.

En general, el impacto ambiental es de tipo moderado, ya que todos los impactos identificados son, o bien compatibles, o bien moderados, a excepción de algunos de los impactos sobre la fauna terrestre asociada al río, donde se detecta algún impacto severo y de difícil corrección.

Por otro lado, el proyecto aporta importantes mejoras ambientales que representan impactos positivos, al potenciar la restauración de la vegetación de ribera y la eliminación de vertederos.

Finalmente, queremos volver a insistir en dos aspectos básicos, a nuestro juicio, para el correcto desarrollo de la actividad prevista, aunque quedan fuera del ámbito de este proyecto. Por un lado, la importancia de una gestión integral del agua en el río Ebro, donde se considere no sólo el recurso agua, sino todo el conjunto del ecosistema fluvial, sin olvidar todos aquellos usos que implican una explotación de este recurso tan valioso en nuestro país. Por otro lado, la necesidad de una ordenación territorial detallada donde se preste especial protección a los márgenes y riberas fluviales y a aquellos suelos de alta productividad que se sitúan en las inmediaciones del río y que merecen toda nuestra atención, como recurso escaso y no renovable que son. Esta ordenación debe prever las necesidades futuras de un crecimiento turístico sin merma de la actual configuración del territorio, fruto de su tradición y milenios de historia.