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    REVISTA DEL COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS
Nº 46
AÑO 1999
RÍO Y CIUDAD, Volumen I

Plan Especial del tramo norte del río Manzanares

Abel Enguita Puebla *

Doctor Arquitecto. M.U.R.P.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL ÁMBITO
EL RÍO MANZANARES
CARACTERÍSTICAS DEL MEDIO FÍSICO EN EL ÁREA EN CUESTIÓN
LOS USOS E INFRAESTRUCTURAS URBANAS IMPLANTADAS
CONCLUSIONES
LAS PROPUESTAS CONTENIDAS EN EL PLAN ESPECIAL

Zonificación y usos
1. Parque fluvial
2. Parque deportivo
3. Zonas de deporte-espectáculo
4. Zona recreativo-cultura (museo verde)

1. Centro de acogida y "museo" propiamente dicho
2. Depuradora de Viveros
3. Viveros de Migas Calientes
4. Orilla derecha del Manzanares-límite con la tapia del Club de Campo

Información pública e implementación


Descriptores
Río Manzanares, Plan especial, Parque fluvial, Áreas recreativas, Museo verde

Manzanares, río humilde
río devoto y descalzo,
que brindas y hurtas espejos
al sesgo de camposantos;
mientras Madrid alza torres
sobre torres con escándalo
de jardines y vistillas
cornisas de palacios
tú permaneces huyendo
(…)
Los amantes te rediman
sellando a besos su pacto,
río arriba, río abajo,
todas las lunas del año.

Gerardo Diego

Evolución histórica del ámbito

El entorno del tramo norte del río Manzanares ha tenido un devenir natural hasta nuestros días muy distinto del resto de las zonas verdes que entonces rodeaban la villa de Madrid. Ejemplo de ello es la constatación –tras el declive del negocio de la lana y cambio radical del interés económico del momento, de la producción merina a la explotación agraria extensiva– del hecho de ser un cazadero Real, de especial predilección para el ocio y esparcimiento por parte de monarcas y validos.

En 1751, Fernando VI ordena el levantamiento de la tapia, con 100 kilómetros de longitud aproximada, que delimita la propiedad Real de El Pardo, y que es concluida dos años más tarde. En las trazas de dicho cerramiento se incluye la Puerta de Hierro como principal acceso desde la capital a la finca. Más tarde el aprecio a la zona por Carlos III, hace que radique en El Pardo su residencia, al menos durante los meses más fríos del año. Tales prolongados períodos de estancia Real en el palacio de El Pardo potencian en un primer momento, y mantienen después, las actividades de la zona, debido a todas las necesidades que rodean a la Corte. Ello supondría la creación de un nuevo y fundamental apoyo económico distinto del agrario, único sustento hasta el momento.

Con posterioridad, la no dependencia de la explotación agraria para los habitantes del entorno del tramo norte del río Manzanares, así como la protección Real, serán nuevamente favorables para el mantenimiento de las características naturales del ámbito, en el momento de las desamortizaciones del siglo XIX.

Pero fue Alfonso XIII quien, con el espíritu renovador de la época, quiso impulsar la agricultura y ganadería con modernos métodos, como los abonos, el riego por aguas artesanas y la maquinaria. Todo ello fue dirigido bajo la tutela del ingeniero don Rafael Janini, quien replantea gran número de hectáreas de terrenos de labor e incluso vuelve a traer las merinas, aunque en este caso fueran procedentes de El Escorial.

Janini, por otra parte, llegó a más con las tendencias del momento, ideando viviendas para obreros y clase media, que desarrollasen las huertas por él creadas y dieran una infraestructura social para su viabilidad, a modo de una anticipada ciudad-jardín.

Además Alfonso XIII, como gran aficionado a todo tipo de deportes y en especial al polo –para cuya práctica encontraba en la yeguada militar y las instalaciones para el arma de caballería el complemento idóneo–, ayudó a la incentivación de este nuevo tipo de ocio mediante la concesión de terrenos a varias sociedades para tal desarrollo en el acceso a El Pardo. Y también hizo diversas concesiones al Ayuntamiento en forma de zonas para viveros.

Es importante reflejar que ya existía hábito en la época, por parte de los habitantes de la próxima Villa y Corte, del uso y disfrute de las riberas del tramo norte del río Manzanares, en forma de excursiones campestres o romerías como la de San Eugenio, que comenzó en 1845. Esta romería era la última del año, aconteciendo el día 13 de noviembre, con el lúdico fin de recoger “la bellota”, tan característica de la zona, por otra parte, como el color “pardo” que ofrece vista en cantidad. Por lo tanto podemos decir que “los madrileños acababan el año de romería en El Pardo, igual que lo empezaban en La Florida de San Antonio”, y de aquí una razón de su entrañable apego hacia la zona de estudio.

A principios de siglo había un tranvía que desde Leganitos pasaba sucesivamente por plaza de España, cuesta de San Vicente, paseo de la Florida hasta el puente de los Franceses, donde hacía transbordo a un tren de vapor que comunicaba con El Pardo en eminente viaje recreativo, y que desde 1902 hasta 1917 cubrió con continuidad su servicio, hasta que la carencia de carbón o el “adelantado espíritu empresarial” de los promotores de la idea chocó con las carencias de la época.

Después de la guerra civil el equipamiento de carácter militar se ve incrementado en la zona de El Pardo con cuarteles de transmisiones, caballería, Guardia Civil, Guardia Real y hasta en las proximidades del puente de los Franceses con cuarteles de la Policía Municipal.

Debido a la abundancia de titularidades, por parte del Patrimonio del Estado y otras instituciones, hacia los terrenos que forman el tramo norte del río Manzanares y su entorno, tanto su población como las iniciativas de todo tipo en la zona quedan estacionados hasta la actualidad.

El análisis hecho de la evolución histórica del tramo norte del Manzanares, ámbito objeto del Plan Especial, presenta, por tanto, en síntesis, la siguiente concatenación secuencial de usos más significativos:

1. Terrenos de caza (Enrique III).

2. Espacio influido por la actividad social cortesana que gravitaba en torno a la residencia del rey Carlos iii, en El Pardo.

3. Terrenos de labor (Alfonso XIII).

4. Ciudad jardín: combinado de huertos y viviendas.

5. Espacio de ocio y actividades deportivas incentivadas por el monarca (Alfonso XIII).

6. Espacio de excursiones y romerías, conectado por un transporte público específico (tranvía más tren de vapor) con el centro de la ciudad (plaza de España).

7. Espacio de implantación de acuartelamientos e instalaciones militares (a partir de la posguerra).

El río Manzanares

El río Manzanares nace a 2.350 metros de altitud, cerca del Ventisquero de la Condesa, y durante aproximadamente 16 kilómetros discurre por la compleja sucesión de gargantas, remansos, saltos, fuentes y demás accidentes propios del tramo de alta montaña, hasta la cota aproximada de 1.250 metros de altitud. A partir de este momento, el Manzanares modera su pendiente, al mismo tiempo que entra en contacto con los elementos propios de los asentamientos urbanos y sus infraestructuras de abastecimiento.

El río toma su nombre de su primer encuentro con un asentamiento urbano, como lo es El Real de Manzanares, a diferencia de lo que era costumbre en las calles y callejuelas de la Villa, cuyos nombres hacían referencia al lugar a donde conducían. Pero no es hasta la época de Felipe ii cuando parece aceptada por la ciudadanía la denominación de Manzanares para el río, espina dorsal de nuestra zona de estudio, pues hasta ese momento su denominación no es unitaria.

Con anterioridad, y en referencia al texto descrito en el “Fuero de Madrid”, uno de los documentos más antiguos que se conservan, se alude al curso fluvial como “Guadarrama de Madrid”. Por lo tanto, y durante largo tiempo, existieron en el territorio de la actual Comunidad Autónoma “dos Guadarramas” o “ríos de arena”, según la interpretación de la raíz árabe de la palabra.

Fig. 1. Meandro del río. Al fondo el monte de El Pardo

El académico e historiador del urbanismo español Fernando Chueca Goitia, dice de Madrid que es una ciudad en cuyas trazas se distinguen las directrices de una ciudad costera, donde el frente marino o límite de crecimiento es el acantilado hacia el río Manzanares y en la cual los Reales Sitios se distribuyen, de manera dispersa, a lo largo de la supuesta costa.

Semejante aseveración de tan ilustre arquitecto bastaría para dar por sentada la importancia que para la Villa y Corte ha supuesto el río Manzanares. De hecho, con sólo examinar un plano representativo del desarrollo al que ha llegado Madrid, se puede corroborar la importancia de este río en el tipo de expansión territorial de la metrópoli.

Pero en relación en concreto con el tramo urbano del río Manzanares, a modo de última nota referencial, hablando de lo que acontece a continuación de nuestra zona de estudio, conviene saber que, pasada la urbe, el río sale más caudaloso de lo que entró. Según datos de 1977, producía el Manzanares un caudal de un metro cúbico por segundo, y se le aportaba en concepto de aguas residuales hasta 13 metros cúbicos por segundo.

La impresión que nos queda, por tanto, en referencia al tramo que aquí analizamos, es la de una entidad natural que, si bien posee un discreto valor cuantitativo en relación con el abastecimiento de Madrid, es depositaria de una valorable cualidad medioambiental. A su vez, dicho valor cualitativo en las puertas de una gran urbe, se traduce inmediatamente en una importante potencialidad para el ocio y esparcimiento al aire libre de los madrileños. Pero hoy por hoy, sin embargo, este potencial bosque recreativo se encuentra con una capacidad insuficiente para poder recibir y controlar adecuadamente el normal uso y disfrute de sus entornos naturales por parte de los madrileños que lo visiten.

Características del medio físico en el área en cuestión

El medio físico del tramo superior del río Manzanares se estructura esencialmente en torno al cauce y a la relación que el curso fluvial mantiene con sus riberas. En este sentido dos van a ser los elementos fundamentales que explican las actuales circunstancias de este espacio: el estado de las aguas del río y el de sus riberas.

Con respecto al primer punto, ha de destacarse esencialmente el carácter apuntado de curso artificial del Manzanares. En efecto, el tramo objeto del estudio se inicia con la regulación de éste por la presa de El Pardo, perdiendo ya desde el principio cualquier rasgo de naturalidad. Esta “temprana regulación” y los sucesivos aportes que va a recibir a lo largo del tramo son, en último término, los factores clave para determinar el estado ambiental de las aguas del Manzanares.

La insuficiencia de caudales en los tramos altos, originada por la mínima aportación suministrada desde la presa, da lugar a una escasez de agua, inadecuada para el mantenimiento de una corriente que permita tanto la oxigenación de las aguas como el desarrollo de un ecosistema fluvial propiamente dicho. El estancamiento da lugar a fenómenos de eutrofización, que alteran la composición de las aguas, en principio con un adecuado índice de calidad, permite la proliferación de vegetación palustre, hasta un grado en que las macrófitas ocupan la totalidad del cauce no sólo haciendo desaparecer éste, sino actuando como red que atrapa gran cantidad de basuras, dificulta enormemente la supervivencia de las escasas especies presentes e interrumpe la dinámica natural de erosión-deposición diferencial de las márgenes.

Fig. 2. Riberas derecha e izquierda del río al final de El Pardo

El sucesivo incremento de caudales producido aguas abajo se realiza con aportaciones no siempre controladas o con efluentes de depuradora. El problema de la escasez de caudal se ve así en cierto modo paliado, sin que por ello se aumenten las posibilidades de una dinámica fluvial equivalente a la natural en un tramo fluvial como el que aquí se estudia. Las oscilaciones de caudal se producen de forma incontrolada e imprevisible e incorporan un alto déficit de calidad, convirtiendo al Manzanares en un mero colector, en cuya gestión no se toman en cuenta otras dimensiones de utilidad, ligadas a sus posibilidades recreativas y al mantenimiento de un espacio de ocio atractivo.

La gestión del río se relaciona con la situación de los espacios ribereños a dos niveles. Uno físico, directo, en el que el estado de eje vertebrador del espacio condiciona el uso que se hace de las áreas ribereñas. Otro, conceptual, indirecto, en tanto que la gestión (o la falta de ella) unidimensional del río tiene su equivalente en la de los espacios aledaños.

Las posibilidades de incidir en esta realidad están condicionadas por la presencia de un conjunto de elementos, consolidados con carácter irreversible, cuya presencia marca en último término las oportunidades para un tratamiento homogéneo de la totalidad del ámbito de estudio. Los usos urbanísticos, las afecciones legales y las infraestructuras transversales son un obstáculo insalvable para la elaboración de un modelo fluvial clásico básico basado en sus relaciones lineales tanto longitudinales como transversales. Así el conjunto del ámbito aparece en la realidad como una sucesión inconexa de elementos espaciales de los cuales unos son los que son, en tanto que tienen una función definida y consolidada (parques deportivos, instalaciones militares, grandes ejes viarios, etc.), y otros aparecen como espacios intersticiales sin otra función real que la de suelo vacante utilizado como un espacio de ocio no formalizado. Estos enclaves son aprovechados de forma espontánea y presentan la limitación adicional de su falta de relación con otras áreas de características equivalentes localizadas en puntos distintos. Funcionan, de este modo, como enclaves inconexos, con una dinámica propia en cada uno de ellos, determinada por su posición y accesibilidad.

Fig. 3. Panorámica general entre la depuradora de Viveros y Club de Campo.

En la práctica el Manzanares norte juega hoy dentro del conjunto madrileño una doble función. Por una parte acoge espacios de ocio ordenados pero de acceso limitado a un sector restringido de la población. Por otra presenta el atractivo de un espacio libre y cercano, con un entorno que tanto por su realidad física como por sus connotaciones culturales resulta muy llamativo para el desarrollo de actividades al aire libre para una población ansiosa de este tipo de áreas. De este modo existe un indudable potencial que, aun en las actuales circunstancias, es demandado, pero que no sólo se desaprovecha en gran parte, sino que se induce un deterioro progresivo ante la falta de relación entre el uso de los visitantes y la adecuación de los espacios que los acogen. Puede estimarse como uno de los resultados principales de diagnóstico antes referido el hecho de que el uso recreativo va a seguir dándose y es, además, el que debe potenciarse en un área de estas características. Por tanto, cualquier actuación de ordenación tiene que venir precedida de una comprensión de las limitaciones físicas de este espacio y adecuarse a ellas de modo que satisfaga las demandas y permita un uso continuado, eficaz y revitalizador del medio. Para no resultar impracticable al obviar las bases especiales existentes, cada uno de los ámbitos potenciales de actuación debe concebirse por sí mismo dentro del modelo general, determinando la forma en que las relaciones entre medio físico, antrópico y demandas de los usuarios pueden ser satisfechas de la forma más eficaz y no como generadoras de conflictos.

Los usos e infraestructuras urbanas implantadas

Teniendo en cuenta la extensión de terreno ocupado por los diferentes usos podríamos en primer lugar hacer la siguiente ordenación jerárquica de los más significativos:

1º. El uso actual más importante por su extensión y superficie edificada es el de práctica deportiva, con una superficie de 308 hectáreas aproximadamente, equivalente al 37% de la superficie total del ámbito. Si se añaden los terrenos de deporte-espectáculo, se alcanzaría el 50,4% de la superficie total estudiada.

2º. Uso recreativo, o de esparcimiento al aire libre, correspondiente a los terrenos de libre acceso al público, escasamente equipados y ordenados en algunas zonas de picnic y paseo en las márgenes del río, elemento éste que quizás más por sus efectos determinantes en el paisaje y condiciones microclimáticas que por su caudal propio, es el factor de atracción básico en que se sustenta este uso. Ocupan, como se ha dicho, unas 273 hectáreas y suponen el 32,8% de la superficie del ámbito.

3º. Uso agropecuario, esencialmente viveros o huertos cultivados con fines de interés público o comerciales, no recreativos. Ocupan unas 47 hectáreas y suponen el 5,6% de la superficie total.

4º. Uso de industria-laboratorios. Ocupan 19 hectáreas, equivalentes al 1,8% de la superficie total.

5º. Acuartelamientos de defensa y policía. Ocupan 14,8 hectáreas, equivalentes al 1,8% de la superficie total.

Es claro, por tanto, que la situación actual presenta una clara predominancia de dos usos, el deportivo y el de esparcimiento –actividades al aire libre–, teniendo los demás una importancia secundaria en relación con la superficie ocupada cuando no carácter de verdaderos “enclaves”.

Por otra parte, parece correcta la valoración inicial hecha globalmente en el Avance para la Revisión del Plan General de Ordenación Urbana de 1985, en que se subraya la “vocación más urbana” de la cuenca del Manzanares, al acoger usos deportivos e instalaciones de ocio y estancia, a la vez que se incluye en una “trama verde intermedia”, como eje vertebrador de la estructura de espacios verdes de la ciudad, por su alto interés natural.

Fig. 4. Vista desde el Club de Campo hacia el Manzanares con la depuradora de Viveros y silueta de Madrid al fondo.

Conclusiones

La consideración global y ponderación de los diferentes aspectos relevantes que concurren en el ámbito de estudio, en relación con la revisión de su vigente ordenación urbanística, pone en primer lugar de manifiesto la progresiva acotación histórica de los usos dominantes en el tramo norte del Manzanares a aquellos básicamente relacionados con sus valores naturales como espacio de ocio, y con actividades deportivas.

El planeamiento urbanístico más reciente –el Plan General de 1985– recoge y reitera dicha orientación y hace hincapié en la necesidad de preservar y potenciar los atractivos naturales de la zona; de fomentar la utilización pública del espacio y poner freno a un posible reforzamiento o expansión de enclaves tales como los ocupados por acuartelamientos e instalaciones militares que, de considerarse como presencias irreversibles, suponen un importante condicionante de una deseable concatenación secuencial de los espacios recreativo-deportivos.

La presencia del “río” mantiene todavía hoy una imagen idealizada en la mente de los madrileños, que no se corresponde con el estado real de sus aguas y de sus riberas. El Manzanares es en la actualidad un curso artificial de agua en el ámbito estudiado, cuyo caudal marcadamente insuficiente en los tramos altos y sujeto a oscilaciones irregulares, no controladas, propicia el desparramamiento de residuos por las riberas y el crecimiento de vegetación palustre que retiene gran cantidad de basuras.

Las propuestas contenidas en el Plan Especial

Zonificación y usos

En el Plan Especial redactado, integrado en el Nuevo Plan General de 1997, se propone estructurar el ámbito de estudio a partir de las siguientes zonas diferenciadas:

1. Parque fluvial

Comprende aquellas áreas de libre acceso público de la margen izquierda del río Manzanares, y las de la margen derecha no acotadas, que conservan el carácter predominante de espacio natural ribereño, actualmente utilizadas para actividades no organizadas propias del recreo campestre.

Se propone un tratamiento claramente diferenciado para las dos márgenes:

En la margen izquierda (denominada Zona de parque fluvial en grado 1) se propone su reforestación y la diferenciación de distintos ámbitos para la acogida controlada, no degradante, de una variedad de actividades relacionadas con el recreo al aire libre, para las que se plantea una variedad de equipos y acondicionamientos infraestructurales, tales como: áreas de picnic, juegos no organizados, zonas de solariums y duchas abiertas junto al río, circuitos para bicicletas, paseos arbolados y sendas peatonales por recorridos diversos, etc., así como viveros no comerciales orientados a la propia reforestación del parque fluvial.

En la margen derecha se distingue entre Zonas de parque fluvial en grado 2, en las que, por razones de seguridad y preservación del perfil topográfico del cauce y vegetación existente, se prohibe el acceso público, quedando reducida su función a la de simple franja vegetal de protección del recinto de La Zarzuela, y Zonas de parque fluvial en grado 1, en las áreas acotadas de la Playa de Madrid y terrenos del Hipódromo, en que se proponen aquellos usos recreativos anteriormente descritos que pueden acomodarse a la configuración estrecha y lineal de suelo correspondiente.

Fig. 5. Delimitación de unidades de actuación

Fig. 6. Planta de ordenación general.

2. Parque deportivo

Engloba los diferentes terrenos actualmente vallados por campos y clubes deportivos, cuyo aprovechamiento se propone potenciar insistiendo en la práctica de actividades deportivas practicadas al aire libre y a cubierto. Se hace distinción entre:

— Zonas de parque deportivo en grado 1: aquellas en que el aprovechamiento del suelo para la implantación de edificios dedicados a usos deportivos tiene una importancia relativa.

— Zonas de parque deportivo en grado 2: aquellas en que el predominio de los espacios libres utilizados con fines deportivos es notorio en relación con el ocupado por instalaciones construidas y edificios diversos (por ejemplo campos de golf y polo, etc.).

En ambos casos los usos básicos contemplados son los correspondientes a las diversas prácticas deportivas no basadas en el uso de vehículos motorizados.

Fig. 7. Detalle de la ordenación del extremo norte.

Fig. 8. Extremo norte (parcial). Plano de imagen final.

Fig. 9. Extremo norte. Inventario de acciones (parcial).

3. Zonas de deporte-espectáculo

Corresponden a aquellos ámbitos destinados a la competición o exhibición deportiva, con carácter de espectáculo, y consiguiente importancia del número de espectadores concentrados regularmente para su contemplación.

En función de la diferente edificabilidad permitida, y clases de usos complementarios y su consiguiente repercusión en los tipos de frecuentación por el público y tráficos generados se distinguen dos grados:

— Deporte-espectáculo en grado 1: aplicada a los terrenos de la Federación Española de Hockey, donde se limitan los usos complementarios, quedando circunscritos a un funcionamiento simultáneo al de las competiciones (bares, restaurantes, etc.).

— Deporte-espectáculo en grado 2: aplicada a los terrenos del Hipódromo, contempla el mantenimiento –con carácter secundario y acotado respecto a las actividades deportivas hípicas– de otros usos diversos de carácter recreativo, hostelería y reunión social.

4. Zona recreativo-cultura  (museo verde)

Comprende la totalidad del tramo del ámbito de estudio situado entre la carretera N-VI y el puente de los Franceses (englobando por tanto las parcelas ocupadas por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias –INIA–, depuradora de Viveros, y finca particular anexa, viveros de Migas Calientes, y Escuadrón de la Policía Municipal)

En esta zona, la oportunidad del próximo fin de la concesión al INIA, por parte del Patrimonio, para la ocupación de las 15,6 hectáreas de suelo actualmente utilizadas y el interés arquitectónico de los edificios principales, sugieren la posibilidad del desalojo gradual y progresivo –de los usos hoy día implantados– con el objetivo de una dedicación final de aquéllos a usos recreativo-culturales, acordes con la vocación general del ámbito, convirtiéndose en una pieza clave para la impulsión de la ordenación global del conjunto, como gran espacio natural, deportivo, de esparcimiento y una nueva pieza de atractivo cultural, de rango metropolitano, de Madrid.

Dicho escenario final, por tanto, cabría plantearse como la última fase de un período transitorio de “cohabitación compatibilizada” entre los usos actuales –apropiadamente reajustados a la nueva situación– y los nuevos recreativo-culturales objetivo de este plan.

En concreto se propone la ordenación global de la zona como un gran “museo verde”, orientado a la difusión, principalmente entre la población estudiantil, de la cultura basada en el buen uso de la naturaleza y en particular la información y experimentación directa –mediante recorridos guiados in situ– referente al cuidado del agua y las especies naturales de la cuenca del Manzanares.

El “museo verde” comprendería las siguientes partes:

1. Centro de acogida y “museo” propiamente dicho

Sobre los terrenos actualmente ocupados por el INIA. Su realización supondría la reutilización gradual y progresiva de los edificios principales del complejo –u otros complementarios que se considerase oportuno habilitar– para la instalación del centro de recepción, museo permanente, zonas de exposiciones y locales complementarios (salas de conferencias y seminarios, salón de actos, cafetería, etc.).

Asimismo, podrían ubicarse en este lugar las oficinas de la administración del museo, así como las de un hipotético ente administrativo ad hoc que pudiera crearse para la gestión del conjunto de espacios englobados en el tramo norte del Manzanares (o en la totalidad de su cuenca, dentro del término municipal), en cuyo ente podría jugar un papel principal el propio INIA.

También acogería –sobre los espacios ahora ocupados por edificaciones auxiliares a demoler– áreas de aparcamiento de autobuses utilizados para visitas colectivas, aparcamiento general y otras posibles instalaciones nuevas para permitir diferentes programas de experimentación activa por parte de los visitantes, referentes al cuidado de la flora, etc., con carácter de invernaderos-laboratorio, etc.

Como uso de apoyo, orientado a acoger programas de actividades tales como ciertos seminarios o cursos infantiles de verano etc., que se alarguen durante varios días, se considera oportuno prever el uso de alojamiento hotelero, ligado a la actividad básica del “museo verde”.

Fig. 10. Detalle de la ordenación en los ámbitos del hipódromo, club de campo y “museo verde”.

2. Depuradora de Viveros

La depuradora de Viveros recibe ya en la actualidad visitas organizadas de escolares y otros colectivos, a los que se informa sobre el funcionamiento de las instalaciones y facilita su recorrido en un pequeño tren eléctrico.

En consonancia con el enfoque general del conjunto del ámbito se propone incorporar esta actividad al programa global del “museo verde”. Asimismo, se propone utilizar trenes eléctricos similares, para el recorrido total de las diferentes partes, siguiendo un circuito –expresamente definido en la documentación gráfica anexa (ver planos de imagen final e inventario de acciones)– que partiendo del centro de acogida recorrería las dos orillas del río, volviendo al punto de partida.

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CUADRO SINÓPTICO DE LAS CARACTERÍSTICAS DE ALGUNAS UNIDADES DE ACTUACIÓN

INVENTARIO DE ACCIONES EN LA UNIDAD DE ACTUACION 1. CUADRO SINÓPTICO

FICHAS ILUSTRATIVAS DE ALGUNAS ACCIONES ESPECÍFICAS INDIVIDUALIZADAS

3. Viveros de Migas Calientes

En esta zona se propone el mantenimiento de la utilización actual de los terrenos como viveros municipales, añadiendo a ésta la posibilidad de ser contemplados por los visitantes dentro del citado circuito del “museo verde”.

Asimismo, se propone que, en una parte limitada de su extensión, sean “terreno de prácticas” de los visitantes escolares.

4. Orilla derecha del Manzanares-límite con la tapia del Club de Campo

Constituye una franja de terreno marginal, de anchura limitada, cuyo interés radica en el valor panorámico de su recorrido –y éste dependiente en buena parte de la posibilidad de modificar la actual tapia del Club de Campo, haciéndola visualmente permeable en una proporción relevante de su superficie total, uniformemente distribuida a lo largo de su longitud–.

En consecuencia se propone su utilización principal como lugar de paso del recorrido de vuelta del tren de visitantes del “museo verde”.

Información pública e implementación

El Plan Especial del Manzanares Tramo Norte recibió únicamente cinco alegaciones durante el período de información pública. De ellas tenía particular interés la presentada por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias, objetando a la previsión de desalojo gradual y progresivo de los usos actuales en el ámbito para el que el plan proponía la creación del “museo verde” (planteamiento hecho en parte apoyándose en la terminación inmediata de la concesión hecha por parte del Patrimonio Nacional para la ocupación de los terrenos).

Dicha alegación, a pesar de la objeción mencionada, solicitaba una normalización de la coexistencia entre el “museo verde” y el INIA, autorizándose el uso de laboratorios e instalaciones de investigación. Asimismo planteaba –en línea con las propias propuestas contenidas en el Plan Especial– que si se considerase viable la interacción entre el “museo verde” y el INIA, se realizase una cogestión de las decisiones, quedando integrado dicho organismo en un posible consorcio o ente de gestión del museo.

Los redactores del Plan Especial –tras enfatizar que las determinaciones de éste no deberán entenderse sino como herramientas para la restitución al ámbito de su vocación inicial y fines originales, desvirtuados en el pasado por concesiones de usos temporales considerados hoy inadecuados– consideraron deseable tal coexistencia entre el “museo verde” y el INIA. No obstante quedaba sujeto el uso de laboratorios e instalaciones de investigación a un carácter complementario del uso característico de “museo verde”, y por tanto garantizándose la inexistencia de peligros o riesgos sanitarios de cualquier índole.

El coste total estimado para el desarrollo del Plan Especial ascendía a 2.145.621.100 pesetas, presupuesto, por otra parte, desagregado en el plan según una diversidad de actuaciones independizables y de diferente grado de prioridad (véanse ejemplos adjuntos de fichas descriptivas). Hasta la fecha, sin embargo, el Ayuntamiento de Madrid no ha programado su puesta en práctica.